Por los pelos. Ayer el Tesoro afrontaba una subasta clave, y consiguió salvarla con resultados si no notables, al menos aceptables dado el contexto de nervios a flor de piel que está viviendo el Reino de España en los mercados. Lo subastado eran letras a tres y seis meses, y el objetivo era captar entre 2.000 y 3.000 millones de euros. Al final se obtuvieron 3.050 millones, con un repunte mínimo de las rentabilidades. Concretamente, en las letras a tres meses se colocaron 1.630 millones a un interés medio del 2,434 por ciento, frente al 2,36 por ciento de la anterior subasta de estas carácterísticas. Por otra parte, se colocaron 1.420 millones en letras a seis meses, con un interés marginal del 3,69 por ciento frente al 3,23 por ciento anterior. El punto positivo, el rayo de esperanza que lanzó la colocación, es que la demanda o ratio de cobertura superó en casi tres veces a la subasta anterior de este tipo, celebrada en junio. "Una buena noticia que debería tranquilizar a los mercados", dice Miguel Paz, de Unicorp, aunque después se pudo comprobar que no consiguió retirar tensión de los parqués (ver página 8). La razón principal para que no reaccionasen los mercados positivamente fue que se transmitió la sensación de que fue una subasta bajo control, con fuerte participación de bancos españoles para transmitir la sensación de que España todavía tiene un pie metido dentro de la puerta por la que se accede al mercado. "Con letras a tres y seis meses, cualquier inversor puede hacer patria y llevarse de paso un yield maravilloso", afirma un analista que no quiere ser citado. En cualquier caso, la del Tesoro puede considerarse una proeza, ya que ayer la prima de riesgo volvió a cerrar en máximos históricos de 638 puntos básicos -aunque durante el día llegó a marcar 640 puntos-. A diferencia de las anteriores ocho jornadas de ascenso (la prima suma nueve días subiendo, su racha más larga desde el 11 de enero de 2010), en esta ocasión el diferencial entre el bono español a diez años y su equivalente alemán se ensanchó pese a las tímidas ventas de bunds, frente a las renovadas ventas masivas de los bonos españoles. Así, la rentabilidad de la deuda a una década repuntó hasta un nuevo máximo desde la creación del euro, en el 7,621 por ciento, mientras que la del bund subió hasta el 1,236 por ciento frente al 1,175 por ciento que presentó a la víspera. No fue el único diferencial que se ensanchó: el del bono a dos años respecto a su par alemán alcanzó los 671 puntos básicos, mientras la prima a cinco años llegó a 728 puntos.