Los últimos datos sobre la economía en EEUU agravan el miedo a que la primera bolsa mundial rompa la lateralidad en la que se mueve y frena una tendencia bajista mundialCon menos de la mitad del año por delante y los riesgos e incertidumbre por montera, la renta variable de Estados Unidos mantiene su papel como bastión de último recurso para aquellos inversores que pretenden salvar los trastos en un momento en que el Viejo Continente continúa su particular travesía por el desierto y el gigante asiático, China, comienza a mostrar señales de fatiga. Hasta la fecha, el S&P 500 se ha revalorizado un 5 por ciento desde el pasado enero y su rentabilidad en el último año roza el 2 por ciento. Sin embargo, el blindaje no está garantizado y los síntomas de agotamiento afloran también a este lado del Atlántico, donde los tormentos de una nueva recesión podrían hacer acto de presencia el año que viene. La oleada de resultados corporativos señalan lo que ya muchos temían, que el virus europeo ha contagiado a la economía mundial. Durante las últimas tres semanas hemos visto como FedEx ha rebajado sus previsiones de beneficios hasta el rango más bajo para este año, Nike registró resultados por debajo de lo esperado debido a la caída de ventas en Asia y Europa, y Ford ha advertido que sus pérdidas en Europa, Asia y Latinoamérica podrían triplicarse en el segundo trimestre. Esto es sólo un ejemplo del efecto que la desaceleración inflige en las multinacionales de EEUU. Además, el engranaje económico de la locomotora estadounidense también muestra síntomas de flaqueza. Tras los resultados de la actividad manufacturera, que comenzó a contraerse en junio por primera vez en tres años, la tímida mejora del déficit comercial, que alcanzó los 48.700 millones de dólares en mayo, no fue suficiente para que los economistas de Goldman Sachs rebajasen su previsión de crecimiento para el PIB de EEUU hasta el 1,3 por ciento en el segundo trimestre del año. Al fin y al cabo, según justifican, la mejora en la balanza comercial estuvo impulsada por una caída en las importaciones de petróleo mientras que la revisión a la baja de la cifra de los inventarios mayoristas del mes de abril empañaron el incremento del 0,3 por ciento registrado en mayo. "Las cifras recientes refuerzan nuestra opinión de que hay demasiados contratiempos para que la economía logre un ritmo satisfactorio de la recuperación a corto plazo", explica Jan Hatzius, economista jefe de Goldman. En este sentido Hatzius señaló tres áreas a tener en cuenta. Por un lado, el sector privado donde todavía se intenta corregir de forma lenta los efectos de la burbuja inmobiliaria y la posterior crisis financiera. El economista de Goldman advirtió además que este proceso podría sufrir "una reversión" dadas las circunstancias. Otro punto de interés está en la política fiscal del país que según Hatzius "ha sido un lastre en los últimos dos años, especialmente a nivel estatal y local, pero ahora cada vez más a nivel federal". Por último, tampoco ignoró los efectos secundarios de la crisis europea y la desaceleración en Asia, que han provocado que el ISM manufacturero del país se haya reducido drásticamente. De hecho, el Oráculo de Omaha, Warren Buffett, quien durante los últimos meses se había mostrado bastante optimista sobre la recuperación a este lado del Atlántico, puso de manifiesto su reciente preocupación durante una entrevista con la CNBC. "La vivienda está repuntando pero el resto de la economía se está desacelerando. No se está contrayendo, pero tampoco está creciendo al ritmo que habíamos visto con anterioridad", afirmó Buffett al mismo tiempo que determinó que pese a ello, EEUU "lo está haciendo mejor" que otras grandes economías del mundo. S&P 500 vs PIB Precisamente, Buffett cuenta con una particular fórmula de referencia para determinar el valor de la renta variable en Estados Unidos. El ratio contrapone el valor de todas las compañías de EEUU que cotizan en bolsa frente al PIB del país. "Dicha relación tiene ciertas limitaciones, sin embargo, probablemente ésta es la mejor medida para entender dónde se encuentran las valoraciones de la bolsa de EEUU en un momento dado", explicó el inversor a la revista Fortune durante una entrevista concedida en 2001. Según sus referencias, si dicho ratio se sitúa en el rango de entre el 70 y el 80 por ciento, la compra de acciones en la renta variable estadounidense probablemente funcione bien para el inversor medio. Si dicha proporción se acerca al 200 por ciento, como ocurrió en 1999, se podría estar "jugando con fuego". La consultora Ned Davis Research indica que durante el primer trimestre del año el PIB de EEUU se situaba en los 15,3 billones de dólares. Al mismo tiempo, las empresas que componen el S&P 500 acumulaba un valor de mercado de 12,7 billones de dólares, es decir un 83 por ciento del PIB. David R. Kotok, presidente de Cumberland Advisors Inc, considera que esta cifra indica que la renta variable de EEUU está "razonablemente valorada" en estos momentos e incluso indicó que "todavía estamos a dos años de alcanzar un nuevo máximo" para el S&P 500. De nuevo, como referencia para entender el funcionamiento de este ratio debemos tener en cuenta que cuando el mercado tocó fondo en marzo de 2009, dicho porcentaje alcanzó el 47 por ciento. Por el contrario, durante la burbuja de las dot.com, tocó máximos del 129 por ciento. ¿Un oasis en el desierto? Pese a que la renta variable de EEUU mantiene el tipo, los analistas comienzan a mostrar señales de preocupación. Desde Bank of America Merrill Lynch, sus expertos rebajaban esta semana sus expectativas de beneficios para las compañías que componen el S&P 500 en un 1,4 por ciento "para reflejar el impacto de la caída de precios de las materias primas y un menor crecimiento mundial". Bank of America sitúa el beneficio por acción medio del S&P 500 en los 102 dólares desde los 103,50 dólares para este año y en los 109 dólares desde los 110,50 dólares para 2013. Esta rebaja implica un incremento de los beneficios del 4 por ciento en 2012 y del 7 por ciento el año que viene para el indicador de referencia a este lado del Atlántico. Los analistas de Bank of America Merrill Lynch auguran menores ingresos para las compañías energéticas y petroleras, como Chevron o Exxon Mobil, ante la caída de los precios del petróleo. Aún así, se aumentan las previsiones para las compañías tecnológicas como resultado del fuerte impulso en la demanda de ordenadores y periféricos con Apple a la cabeza. Pese a que otros expertos apuntan que los resultados de los inquilinos de Silicon Valley podrían decepcionar durante el segundo trimestre, eventos, como el lanzamiento de Windows por parte de Microsoft Corporation, podrían servir de catalizado para el sector a finales de año. Desde JP Morgan, Thomas J Lee, indica que pese a que los mercados globales corren el riesgo de sufrir un retroceso por la crisis en zona del euro, la desaceleración de China o el debilitamiento de EEUU, la renta variable podría estar sentando las bases "para una recuperación durante la segunda mitad de 2012". "Creemos que los inversores deberían estar buscando ideas positivas de riesgo-recompensa con el S&P 500 en un intervalo de entre los 1.275 y los 1.325 puntos", asegura. Lee considera que el valor de la bolsa estadounidense es "atractiva" e indica, por ejemplo, que la renta variable norteamericana está sustancialmente "infravalorada" respecto a la deuda corporativa. De hecho, la rentabilidad en los dividendos en acciones se sitúa en el 2,3 por ciento frente al 4 por ciento de los bonos de deuda empresarial con grado de inversión. Esta diferencia de 170 puntos básicos, explican desde JP Morgan, es la más "estrecha desde el año 1976" y pone de manifiesto que los inversores están dispuestos a pagar más por los bonos de deuda de una empresa que por sus acciones. De todas formas, en la trastienda de Merrill Lynch, ahora parte de Bank of America, ha comenzado a circular un memorando donde se recomienda a sus clientes más acaudalados que comiencen a reposicionar sus carteras para un cambio geopolítico fundamental, según adelantó el Financial Times. Con las economías occidentales perdiendo el liderazgo mundial y los emergentes mostrando señales de agotamiento, Merrill Lynch recomendó a sus clientes no ser presa del pánico y esconder el dinero bajo el colchón. Así, por ejemplo, se sugiere invertir el dinero en las empresas, no los gobiernos, ya que los primeros son más confiables, transparentes y cuentan con un crecimiento orientado. También se hace un llamamiento a replantear la distinción binaria entre países "desarrollados" y "mercados emergentes". En las economías en desarrollo se incluyen algunos países, como Ghana e Indonesia, que pueden prosperar por razones estructurales, pero también se incluyen otros que no lo harán tan bien. Además se recomienda la compra de ETFs como forma para protegerse contra la inflación y las subidas de impuestos que impondrán los gobiernos desesperados. Merrill Lynch advierte que es hora de abandonar la idea de que los bonos del Tesoro de EEUU son una clase de activos especial y "libre de riesgo", algo que ya no tiene sentido en el mundo G-cero. De ahí su interés por la deuda soberana de Australia o bonos bancarios de Singapur.