Moncloa, que ve el fondo de rescate como un "mecanismo intermedio", pide una Autoridad BancariaLa que la semana pasada se intentó presentar como la panacea para resolver las crisis bancarias europeas, con su primer foco puesto en el delicado y urgente caso español, ha tardado sólo unas horas en desvanecerse como la solución en el corto plazo. La Unión Bancaria Europea dejó ayer de ser el centro de todas las miradas después de que Bruselas defendiera la recapitalización directa de los bancos a través del fondo de rescate, el conocido como Mecanismo Europeo de Estabilidad Financiera (Mede), que entra en vigor el 1 de julio. Este primer movimiento de la Comisión Europea -después de que el Gobierno español insistiera el pasado viernes en que "Europa se estaba moviendo"- pone de manifiesto que la Unión Bancaria Europea podría llegar a convertirse en la solución a medio o largo plazo, pero que no resolverá las urgencias a las que se enfrenta España, pero también Europa, en un mes decisivo. Incluso la canciller alemana, Angela Merkel, situó "en el medio plazo" la creación de mecanismos de supervisión bancaria a escala comunitaria y la posibilidad de dotar a las instituciones de la UE de un mayor margen de actuación. En esa tesis, avalada ayer por Bruselas y por Berlín, coinciden los expertos consultados por elEconomista, que aseguran que la Unión es una solución "a futuro" para recalcar que, ahora, la única salida de la encrucijada pasaría directamente por el BCE... y, a corto plazo, por el fondo de rescate europeo. El motivo principal son los tiempos comunitarios, ya que llevar a la práctica efectiva un mecanismo de tal magnitud sería "cuestión de meses", teniendo en cuenta que la mayoría de los trámites requerirían, primero, el difícil punto de encuentro de los Veintisiete; después, el visto bueno de los Parlamentos de cada Estado miembro y, en algunos casos, podría incluso derivar en la convocatoria de referendos nacionales. El Gobierno de Rajoy se agarró la semana pasada a la Unión Bancaria Europea como a un clavo ardiendo, coincidiendo con los días difíciles en los mercados desde que llegó a La Moncloa. El viernes, el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, puso el acento en destacar que tanto el presidente del BCE, Mario Draghi, como Merkel veían con buenos ojos este nuevo proyecto europeo. Sin embargo, ayer el Gobierno español no dudó en recibir con los brazos abiertos el hecho de que el comisario europeo de Asuntos Económicos, Olli Rehn, defendiera la posibilidad de que la banca recurra al fondo para recapitalizarse sin que lo tengan que pedir los Estados. Fuentes gubernamentales insisten en que "Europa se mueve", aunque no dudan en apuntar que el fondo de rescate podría tratarse "de un mecanismo intermedio en lugar de... o además de... otros futuros", en clara alusión a la Unión Bancaria Europea. Su principal petición sigue siendo tiempo. Tiempo para que los ritmos comunitarios puedan dar la ansiada respuesta. En este sentido, el Gobierno señala en el calendario nacional la importancia de mediados de mes, cuando se conozcan los resultados de las auditoras independientes, del Banco de España, del Frob y, también, del FMI sobre las necesidades de recapitalización del sector financiero español. "Con la cifra veremos el mecanismo al que es necesario acudir", apuntan emplazando al examen a la banca. En Moncloa, además, refuerzan la tesis que defendió el sábado el jefe del Ejecutivo. Es necesario "reforzar el euro", aunque esto implique reforzar la disciplina fiscal y ceder parte de la autonomía estatal en un materia tan importante como la presupuestaria. "El objetivo de los especuladores no es España, es el euro", remarcan una y otra vez. Su estrategia pasa, por tanto, por hacer fuerza y no responder al acoso de los mercados con más medidas, sino por emplazar a que la UE y el BCE asuman su parte en el ataque. España cumple con la consolidación fiscal y las reformas y no va a ir más allá de momento. Las tres patas del mecanismo Ahora bien, ¿qué supondría la creación de la Unión Bancaria Europea? Aunque su diseño está aún en una primera fase muy incipiente, fuentes europeas lo plantean como un mecanismo que tiene tres grandes patas y, así, lo respalda el BCE. En primer lugar, implicaría la creación de un fondo de garantías de depósitos común (DGS, en sus siglas en inglés), al estilo de los Fondo de Garantías de Depósitos nacionales. Su principal problema, según recoge el Financial Times, pasaría no por su diseño definitivo, sino por su coste. En este sentido, el rotativo inglés apunta a la posibilidad de que se establezca un impuesto del 2 por ciento de los depósitos para poder financiarlo. Según el periódico, este porcentaje sería asumible por la eurozona, aunque le costaría a los bancos entre 150.000 y 200.000 millones de euros lo que, en la coyuntura actual, es inasumible para el sector. Esta tesis refuerza que su implantación es necesaria paso a paso. El segundo punto del mecanismo pasaría por la creación de un fondo común para recapitalizar determinadas entidades. Aquí, estaría la solución concreta al caso español si se llevara a la práctica con una inmediatez que, a priori, parece inviable ya que sería necesario cambiar la regulación actual comunitaria. El FT señala, a este respecto, que los cambios normativos podrían darse a futuro. En el momento actual, supondría trasladar el problema de los contribuyentes españoles a los de la eurozona, algo a lo que Alemania se opondría sin implantar en España un nuevo programa de condiciones que, apunta, sería similar a los impuestos por la troika en países intervenidos como Grecia, Irlanda y Portugal. El tercer gran aspecto que conllevaría la Unión Bancaria Europea se concebiría como una especie de contrapartida de lo anterior. Se trataría de conceder "más poderes" de supervisión y acción a la Autoridad Europea Bancaria. En este punto, los Gobiernos nacionales han sido muy reticentes a que los reguladores de la eurozona examinaran la verdadera salud de su sistema financiero, temiendo que les expusiera a mayores requerimientos de inyección de capital. Si los fondos son comunes, la supervisión sería también común lo que, según el FT, abría una nueva caja de los truenos en Europa a día de hoy. El propio Draghi defendió el jueves pasado ir hacia "una unión bancaria, un régimen de garantías y una mayor centralización". "Hace falta una mayor colaboración y supervisión entre las autoridades [...], el caso de Bankia así lo revela", aseguró. Sin embargo, parece haber unanimidad en que, en Bruselas, los tiempos son los tiempos.