En los últimos años el gobernador del Banco de España ha cometido innumerables contradicciones y cambios de opinión sobre sus propias actuaciones y sobre la visión del entorno. La más llamativa y también trascendente es quizás el haber dado por terminado en varias ocasiones el proceso de fusiones y a los meses poner en marcha, junto con el Gobierno, normativas para propiciar una nueva oleada de integraciones. En la lista se incluye la creación de un banco malo en nuestro país para sanear los balances de las entidades. En distintas ocasiones ha rechazado el proyecto por lo costoso para las arcas del Estado. Se lo negó a la CAM y también a Bankia. Ayer por primera vez desveló que hubiera sido mejor la creación de este instrumento, pero achacó la oposición a los gobiernos de turno. Sobre las ayudas públicas, Miguel Ángel Fernández Ordóñez ha defendido en público y en privado la concesión de las mínimas posibles para no cargar con el saneamiento y la capitalización del sector a los contribuyentes. En un acto insólito, ayer se quejó de las limitaciones que ha tenido para reestructurar el sector sobre los fondos públicos, que han ralentizado sus planes de concentración en el sistema. Otra de las contradicciones destacables son las relativas al flujo del crédito. Tras la aprobación de cada una de las reformas sobre el sector, Ordóñez ponía el énfasis de que los préstamos a familias y empresas iban a aumentar, ya que las entidades iban a estar capitalizadas. La reactivación de la financiación ha empeorado con el tiempo. Ayer incluso llegó a advertir de que el problema no se resolverá hasta la recuperación de la economía.