"Tenemos relación con Turespaña pero ni voz ni voto". Con estas palabras, Fernando Conte, presidente del grupo Orizonia y nuevo presidente de Exceltur, llamó a la puerta del consejo de administración del Instituto de Turismo. El sector privado reclama un hueco (cuatro asientos) y poder de decisión sobre el destino de los presupuestos, las iniciativas de promoción y reforma que se hagan desde la administración pública para impulsar al sector. En una entrevista con un medio sectorial, Conte defendió que el sector privado tenía que ser tomado en cuenta a la hora de desarrollar proyectos turísticos o decidir el futuro de las inversiones, un objetivo que va de la mano con las iniciativas público privadas que los empresarios quieren llevar a cabo para reformar la oferta hotelera española. "Los proyectos de reconversión corren el riesgo de verse abocados al fracaso sin el consejo de los empresarios", explicó el nuevo presidente de Exceltur. Si Turespaña le cede algunos sillones a los representantes del sector privado estos tendrían más capacidad de maniobra para tomar decisiones y dirigir las políticas turísticas hacia sus intereses, algo que ya sucede en algunas administraciones locales como en el Ayuntamiento de Barcelona. Los empresarios catalanes tienen un hueco en la organización turística de la Ciudad Condal, donde, por un lado, han sabido aprovechar la oportunidad que les brindó las Olimpiadas del 92 para convertir Barcelona en una de las ciudades más internacionales de España aunque, por el otro lado, se utilizaran 20 millones de euros del presupuesto turístico del Ayuntamiento para subvencionar la viabilidad de Spanair. Esta decisión supuso la descapitalización del presupuesto turístico. Aun así, la entrada de los empresarios aportaría experiencia y dinamismo a unas organizaciones que deben estar más cerca de la realidad de las compañías y la demanda para optimizar inversiones. Sería una buena compensación por parte del Gobierno para un sector que ha renunciado "temporalmente" a la rebaja del IVA turístico.