La música de Los Beatles acompaña a una original cinta sobre los años 60Con indudable inteligencia, Julie Taymor ha conseguido construir un musical alucinado y visualmente potente con 34 canciones de Los Beatles compuestas entre 1963 y 1968. No encaja las conocidas canciones del cuarteto de Liverpool en una película, sino que las dispone y ordena creando una historia coherente con ellas, como si fueran un guión, y ahí precisamente radica su principal atractivo. Su proceso ha sido al revés y el resultado es fascinante. Across the Universe, como las canciones seleccionadas, se centra en dos temas: un amor de adolescentes y las revueltas sociales de los años 60. Tiene una Lucy, que está en el cielo con diamantes, y tiene un soñador británico unido a la revolución social y cultural norteamericana de aquellos tiempos. Hay un campo de fresas para siempre y una polémica guerra en el sudeste asiático. Hay hippies protestando contra el sistema y negros luchando por sus derechos, pero también hay historias individuales y conmovedoras: la de una chica idealista y su hermano fichado para combatir en Vietnam, la de un trabajador de los astilleros de Liverpool buscando el amor verdadero en América, o la de un grupo de rock de la contracultura. Un collage visual que se permite todo tipo de licencias y enmarca estas historias bajo una cuidada estética, que alcanza su climax con canciones de siempre como Let it be, convertida aquí en un estremecedor canto funeral, o I wanna hold your hand, desplegada como el desgarrado canto de desesperación de una incomprendida animadora lesbiana. Arriesgado acierto Desde luego, hay un tono de cine experimental en el ejercicio, pero las conocidas canciones, inteligentemente arregladas por el veterano Elliot Goldenthal, y la potencia visual de sus imágenes la convierten en una película accesible y emocionante, que puede funcionar dentro y fuera de los circuitos de arte y ensayo. Tiene innegables similitudes con Hair, el clásico musical de la contracultura sobre esa época, pero es menos crítica, severa y analítica, inclinándose más por ofrecer un paseo alucinante por aquellos días rebeldes. Aunque no se repite en temas ni épocas casi nunca, Julie Taymor es consecuente con sus posturas de vanguardia y su peculiar manera de explorar estéticamente mundos tan distintos como el del Shakespeare más belicoso (Titus, su debut cinematográfico) o la atormentada vida de la malograda pintora mexicana Frida, en la película de Salma Hayek.