La petrolera reconoce que la violencia en México puede afectar a sus cuentasmadrid. La gestión del director ejecutivo de Pemex, Juan José Suárez Coppel, está en entredicho. A las peticiones de dimisión que han planteado cerca de 70 legisladores mexicanos se suman los problemas que la empresa tiene de financiación por su elevadísima deuda. Según los datos que la propia petrolera ha remitido al regulador estadounidense SEC, su nivel de endeudamiento está por las nubes. La compañía estatal pasó de los 47.900 millones de dólares del año 2009 a los 53.200 millones del 2010, lo que supone un 11,1 por ciento más. En los últimos datos presentados por Pemex, alcanzaba ya los 54.000 millones de dólares en marzo y previsiblemente subirá por el endeudamiento asumido para la operación de Repsol sin contar con los permisos pertinentes del Congreso mexicano. Esta situación ha hecho ya que las agencias de rating hayan mostrado su preocupación por la cantidad total de deuda que mantiene y el aumento que se ha producido en los últimos años. Pemex además tiene ante sí un problema crucial y es que debe sostener su nivel de inversiones parapoder mantener estables los niveles de producción actuales y las reservas de petróleo de México, que no son propiedad de la compañía sino del Gobierno del país. La propia petrolera reconoce que al estar controlada por el Ejecutivo mexicano puede tener limitada la capacidad para satisfacer las obligaciones de pago de sus deuda o que incluso el Estado puede decidir reorganizar o transferir activos de la compañía. Con esta situación, no es de extrañar que la compañía quiera aprovechar la situación de debilidad en la que queda Repsol por los problemas financieros de su primer accionista, Sacyr. La petrolera mexicana ha seguido el ejemplo de la constructora española y pretende hacer frente al pago de su desembarco en Repsol con los dividendos que pagará la compañía en el futuro. El presidente de Repsol, Antonio Brufau, aseguró recientemente quela retribución al accionista iba a ser creciente, echándole así un capote a la constructora para negociar con los bancos la refinanciación de su crédito de casi 5.000 millones, pero parece que estas declaraciones sirvieron de poco. Pemex reconoce tambien al regulador estadounidense que los problemas creados por la creciente violencia en el país, así como por los cárteles de droga y los robos que se sufren. pueden afectar notablemente a sus resultados. Con este cuaderno de bitácora, es fácil pensar por qué la petrolera española no quiere seguir su viaje junto a la mexicana y entender el respaldo que ha otorgado la mayoría del consejo de administración de la petrolera a su presidente, Antonio Brufau.