La compañía papelera seguirá repartiendo el 30% de sus resultados como dividendo al accionistabarcelona. Miquel y Costas es una de las compañías cotizadas en el Mercado Continuo que mayor interés despierta entre los inversores. Su producción papelera bien podría considerarse una actividad madura con poco recorrido al alza, pero lo cierto es que la empresa con sede en Barcelona ha logrado situarse como un jugador imprescindible en el mercado mundial de los papeles técnicos, de alto valor añadido y, por lo tanto, de rentabilidad mayor entre las de su sector. Haciendo un poco de historia, Miquel y Costas nació en 1879 y su origen está ligado al papel de fumar. El papel que Miguel Delibes convirtió en arte en su novela La hoja roja, aquella hoja que marcaba el final del librito y te avisaba de que tenías que comprar otro. Hoy el papel de fumar sigue suponiendo el 75 por ciento de la facturación, que el año pasado ascendió a 180 millones de euros. Evidentemente, el papel de fumar que vende la compañía ya no son libritos de liar. Ese producto, pese al repunte que ha vivido en los últimos años, es menor del 5 por ciento del volumen total. Miquel y Costas vende la mayor parte de su producción a las grandes multinacional del tabaco. "Mantenemos una cuota mundial en el segmento de papel del fumar de alrededor del 5 por ciento", asegura el director general del grupo, Jordi Mercader Barata. Esta participación otorga a la compañía el tercer puesto en un mercado donde dos grandes papeleras (una cotizada en Nueva York y otra familiar austriaca) controlan el 70 por ciento de las ventas. "A nuestro lado son significativamente mayores, pero nosotros somos los retadores, que apostamos por la tecnología, la calidad y la diversificación, que nos hace distintos y valoran las multinacionales", explica. Por ejemplo, Miquel y Costas es la única del sector capaz de producir toda la gama de productos que utilizan las tabaqueras. Producen el papel blanco del cigarrillo y también el papel tostado de la boquilla y el filtro. "No solo producimos el papel, sino que lo imprimimos, le damos el tratamiento final con perforación eléctrica y láser, lo que nos convierte en la única empresa que integra todo el proceso", indica el director general. Su apuesta ahora es el papel de cigarrillo auto extinguible, de alta tecnología y valor añadido que se impondrá en Estados Unidos y Europa. Podría 'asustar' que una empresa española se dedique a producir papel de tabaco, un producto que en España está viviendo un auténtico acorralamiento legal. Sin embargo el mercado mundial del tabaco es estable, con una ligera alza. En 2010 creció un 0,5 por ciento. Las ventas en Europa Occidental y Estados Unidos caen, pero en el resto del mundo compensa el retroceso. Miquel exporta el 80 por ciento de la producción, así que la crisis española le influye poco. El restante 25 por ciento Sin dejar de lado el papel de fumar ("Es y seguirá siendo nuestro principal negocio", explica Mercader), Miquel y Costas tiene otro 25 por ciento de su facturación ligado a los papeles especiales que produce en las cinco plantas en España y una en Argentina. ¿Qué papeles son éstos? Por volumen de facturación, el más importante es el papel tipo Biblia utilizado para su impresión. En segundo lugar, el papel que se usa en el parquet flotante. Tercero, el papel de baterías de coche, capaz de separar y canalizar la electricidad en un elemento clave para el funcionamiento de los vehículos actuales. Por detrás quedan el papel para las bolsas de aspiradoras o usos alimentarios. El crecimiento de esta parte del negocio aconsejó a la compañía invertir 45 millones en una nueva fábrica de papeles especiales en La Pobla de Claramunt (Barcelona). La nueva fábrica, denominada Terranova Papers, permitirá producir papel de filtro para cigarrillos y aumentar la producción de papel del sector de la alimentación, laminado decorativo y baterías, mercados con mucho recorrido. Estas instalaciones, que estarán operativas a finales de 2012, permitirán incrementar su facturación y su beneficio neto, que en 2010 fue de 20 millones, lo que redundará en la rentabilidad al accionista. "La intención de la empresa es mantener la política de retribución al accionista", asegura Mercader. En 2010, acordó repartir 6,3 millones, un 31 por ciento del resultado. Desde 2007, el dividendo pagado no ha dejado de crecer lo que la ha hecho atractiva a ojos de los inversores. Ese interés se traduce en una cotización de la acción por encima de los 21 euros y un precio objetivo fijado por varios analistas de 24 euros por acción.