Es biólogo marino y lleva 22 años sumergido en el mundo de la cooperación. Primero lo hizo en Suramérica, luego en África y ahora en Asia. En estos momentos, dirige un programa de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) destinado a mejorar los medios de vida de las comunidades pesqueras del Sudeste Asiático. Su escaso hilo de voz contrasta con la grandeza de su trabajo. P ¿A cuántas personas beneficia su labor? R En el Sudeste Asiático la pesca artesanal es un sector productivo de gran importancia por dos motivos. En primer lugar, en los países donde estamos nosotros genera siete millones de empleos directos y 48 millones de puestos indirectos (los de personas que comercializan el pescado, que fabrican barcas y aparejos, etc). Y, en segundo lugar, la pesca es muy importante para ayudar a erradicar el hambre. Hablamos de comunidades que no sufren un hambre endémica, pero que en el momento en que ocurre una catástrofe pasan a engrosar la lista de hambrientos. Uno de los fines de nuestro proyecto es fortalecer sus capacidades para evitarlo. P ¿Por qué un español para este programa? R España, a través de la Agencia de Cooperación Internacional para el Desarrollo, financia con más de 19 millones de dólares el proyecto. Propusieron un candidato español para cubrir los objetivos técnicos y para asegurar la visibilidad de nuestro Gobierno en las actuaciones de Naciones Unidas. P ¿Qué dejó tras de sí el tsunami de 2004? R El tsunami ha constituido, probablemente, el mayor impacto mediático que se ha producido en el Sudeste Asiático, pero la vulnerabilidad de las comunidades de pescadores ante los desastres naturales es permanente y muy grande. Están afectados habitualmente por inundaciones, pequeños tsunamis, terremotos y tormentas tropicales. Y su capacidad de recuperación es mínima. P Si hay recursos suficientes en el mundo, ¿por qué sigue existiendo hambre? R Hay mil millones de personas que sufren hambre crónica. Y cuando decimos que cada 23 segundos un niño muere de hambre, es verdad. Desde que hemos empezado esta entrevista, cien niños pueden haber muerto en el planeta. Las razones son muy diversas. Algunos países son sumamente pobres y los medios de producción que tienen son paupérrimos. Además, su capacidad de respuesta ante las catástrofes es mínima. P ¿Qué diría a los que critican estas ayudas? R Es cierto que los países desarrollados estamos inmersos en una crisis y que la gente afectada lo está pasando mal pero, dentro de lo posible, yo pediría a los donantes que mantengan la cooperación con el tercer mundo, porque la situación allí es desoladora.Es biólogo marino y lleva 22 años sumergido en el mundo de la cooperación. Primero lo hizo en Suramérica, luego en África y ahora en Asia. En estos momentos, dirige un programa de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) destinado a mejorar los medios de vida de las comunidades pesqueras del Sudeste Asiático. Su escaso hilo de voz contrasta con la grandeza de su trabajo. P ¿A cuántas personas beneficia su labor? R En el Sudeste Asiático la pesca artesanal es un sector productivo de gran importancia por dos motivos. En primer lugar, en los países donde estamos nosotros genera siete millones de empleos directos y 48 millones de puestos indirectos (los de personas que comercializan el pescado, que fabrican barcas y aparejos, etc). Y, en segundo lugar, la pesca es muy importante para ayudar a erradicar el hambre. Hablamos de comunidades que no sufren un hambre endémica, pero que en el momento en que ocurre una catástrofe pasan a engrosar la lista de hambrientos. Uno de los fines de nuestro proyecto es fortalecer sus capacidades para evitarlo. P ¿Por qué un español para este programa? R España, a través de la Agencia de Cooperación Internacional para el Desarrollo, financia con más de 19 millones de dólares el proyecto. Propusieron un candidato español para cubrir los objetivos técnicos y para asegurar la visibilidad de nuestro Gobierno en las actuaciones de Naciones Unidas. P ¿Qué dejó tras de sí el tsunami de 2004? R El tsunami ha constituido, probablemente, el mayor impacto mediático que se ha producido en el Sudeste Asiático, pero la vulnerabilidad de las comunidades de pescadores ante los desastres naturales es permanente y muy grande. Están afectados habitualmente por inundaciones, pequeños tsunamis, terremotos y tormentas tropicales. Y su capacidad de recuperación es mínima. P Si hay recursos suficientes en el mundo, ¿por qué sigue existiendo hambre? R Hay mil millones de personas que sufren hambre crónica. Y cuando decimos que cada 23 segundos un niño muere de hambre, es verdad. Desde que hemos empezado esta entrevista, cien niños pueden haber muerto en el planeta. Las razones son muy diversas. Algunos países son sumamente pobres y los medios de producción que tienen son paupérrimos. Además, su capacidad de respuesta ante las catástrofes es mínima. P ¿Qué diría a los que critican estas ayudas? R Es cierto que los países desarrollados estamos inmersos en una crisis y que la gente afectada lo está pasando mal pero, dentro de lo posible, yo pediría a los donantes que mantengan la cooperación con el tercer mundo, porque la situación allí es desoladora.Es biólogo marino y lleva 22 años sumergido en el mundo de la cooperación. Primero lo hizo en Suramérica, luego en África y ahora en Asia. En estos momentos, dirige un programa de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) destinado a mejorar los medios de vida de las comunidades pesqueras del Sudeste Asiático. Su escaso hilo de voz contrasta con la grandeza de su trabajo. P ¿A cuántas personas beneficia su labor? R En el Sudeste Asiático la pesca artesanal es un sector productivo de gran importancia por dos motivos. En primer lugar, en los países donde estamos nosotros genera siete millones de empleos directos y 48 millones de puestos indirectos (los de personas que comercializan el pescado, que fabrican barcas y aparejos, etc). Y, en segundo lugar, la pesca es muy importante para ayudar a erradicar el hambre. Hablamos de comunidades que no sufren un hambre endémica, pero que en el momento en que ocurre una catástrofe pasan a engrosar la lista de hambrientos. Uno de los fines de nuestro proyecto es fortalecer sus capacidades para evitarlo. P ¿Por qué un español para este programa? R España, a través de la Agencia de Cooperación Internacional para el Desarrollo, financia con más de 19 millones de dólares el proyecto. Propusieron un candidato español para cubrir los objetivos técnicos y para asegurar la visibilidad de nuestro Gobierno en las actuaciones de Naciones Unidas. P ¿Qué dejó tras de sí el tsunami de 2004? R El tsunami ha constituido, probablemente, el mayor impacto mediático que se ha producido en el Sudeste Asiático, pero la vulnerabilidad de las comunidades de pescadores ante los desastres naturales es permanente y muy grande. Están afectados habitualmente por inundaciones, pequeños tsunamis, terremotos y tormentas tropicales. Y su capacidad de recuperación es mínima. P Si hay recursos suficientes en el mundo, ¿por qué sigue existiendo hambre? R Hay mil millones de personas que sufren hambre crónica. Y cuando decimos que cada 23 segundos un niño muere de hambre, es verdad. Desde que hemos empezado esta entrevista, cien niños pueden haber muerto en el planeta. Las razones son muy diversas. Algunos países son sumamente pobres y los medios de producción que tienen son paupérrimos. Además, su capacidad de respuesta ante las catástrofes es mínima. P ¿Qué diría a los que critican estas ayudas? R Es cierto que los países desarrollados estamos inmersos en una crisis y que la gente afectada lo está pasando mal pero, dentro de lo posible, yo pediría a los donantes que mantengan la cooperación con el tercer mundo, porque la situación allí es desoladora.