La filial española no hará despidos: se apretará el cinturón y bajará los sueldos de los directivosmadrid. Vodafone sufrió en sus cuentas la crisis de los países del sur de Europa (España, Italia, Portugal y Grecia), lo que obligó al grupo a reducir sus beneficios el 7,8 por ciento en el primer trimestre del año frente al mismo periodo de 2010. Así, España restó 1,2 puntos porcentuales al crecimiento de Vodafone Europa. Ante el lastre de la zona periférica del euro, la multi- nacional ha adaptado su balance a la situación real, anotando un deterioro del valor contable de 7.061 millones, de los que 3.387 millones corresponden a España. Por su parte, la filial española redujo su beneficio operativo el 30 por ciento (1.049,8 millones de euros), mientras que sus ingresos cayeron el 6,9 por ciento, hasta los 6.042 millones, todo ello pese a disparar sus negocios en banda ancha. Dicho lo anterior, los resultados de la operadora brindan dos lecturas muy diferentes. La mirada optimista invita a pensar que la caída de las ventas entre los pasados meses de enero y marzo es inferior a la del trimestre anterior (7,1 por ciento), de lo que podría desprenderse que lo peor ya ha pasado y que sólo cabe esperar mejoras. También resultan alentadores el crecimiento de Internet móvil, con repuntes del 47,8 por ciento, y la pujanza de los negocios de ADSL, cuyos ingresos mejoraron el 2,9 por ciento, el mismo porcentaje que el incremento de la cartera de clientes, que ya suman 17,2 millones de usuarios. Por el contrario, el enfoque pesimista pone en evidencia la persistente debilidad de un mercado español, aquejado por las dificultades macroeconómicas, la regulación de precios, la presión competitiva y los nuevos hábitos de consumo de los usuarios, cada vez más dispuestos a contratar las tarifas más baratas. De esa forma, el diagnóstico que afronta Vodafone en España es idéntico al que intenta digerir Telefónica en su mercado doméstico. No obstante, el presidente ejecutivo de Vodafone España, Francisco Román, aseguró ayer a elEconomista que no prevé ajustes de plantilla y que, para reducir gastos, prefiere apretar el cinturón a la compañía y reducir sueldos de los directivos.