singapur. Las imágenes de represión de los militares birmanos contra los monjes y civiles que protestaban pacíficamente contra los excesos de la dictadura, hace ahora un mes, fue la gota que colmó el vaso de la ética para muchas empresas extranjeras que hacían negocios en Birmania. Al tiempo que Estados Unidos o la Unión Europea anunciaban mayores sanciones contra el país surasiático con objeto de estrechar el cerco sobre la junta militar, empresas de prestigio internacional de distintos sectores han hecho público su propio boicot a Birmania. La decisión coincide con la campaña lanzada por organizaciones pro-derechos humanos para instar a las empresas a decidir entre abandonar Birmania o ser acusadas de cómplices de la dictadura. Por sus connotaciones obvias, el sector de la joyería ha sido el más incisivo en el boicot. Bulgari, la joyería italiana, ha pedido a sus proveedores que paralicen el suministro de piedras preciosas provenientes de Birmania. La tercera empresa mundial de joyería insistió hace días que sus proveedores deberán ahora declarar cuál es el origen de los diamantes. "Aunque siempre hemos comprado en los mercados internacionales y no directamente a Birmania, hemos requerido expresamente a nuestros suministradores que garanticen el origen geográfico de las piedras preciosas", anunció la marca italiana en un comunicado. Ésta no ha sido la única llamada al boicot en el sector.Cartier también ha asegurado que ha dejado de comprar rubíes o zafiros en Birmania, en respuesta a la violencia desatada hace semanas. "En cierto modo, nuestra decisión supone una respuesta emocional", declaró hace días Pamela Cailens, ejecutiva de la firma francesa. A su vez, Tiffany & Co. ya cesó sus compras en el país asiático en 2003 como consecuencia de las sanciones de Washington; ahora, la asociación estadounidense Jewelers of America, ha recomendado a sus 11.000 asociados que no se abastezcan de piedras preciosas birmanas. Cartier ha confirmado también que realizará controles aleatorios sobre la mercancía adquirida para asegurar su procedencia. Y es que muchas piedras preciosas birmanas entran clandestinamente en China y Tailandia y, gracias a esa triangulación, logran incorporarse al circuito internacional.Ya que el noreste de Birmania cobija el 90 por ciento de las reservas mundiales de los rubíes de mayor valor, además del 98 por ciento del jade y otras piedras preciosas, la junta militar consigue financiarse con esa industria de grandes flujos de dinero. Con unas ventas aseguradas de 200 millones de euros al año, las piedras preciosas suponen la cuarta fuente de ingresos del país después del petróleo y gas natural, la madera de teca y el turismo. Pese al anunciado boicot, Rangún ha advertido ya que, el 7 de noviembre, realizará la quinta subasta de piedras preciosas del año. En medio del actual escenario, no es descabellado reconocer a China, aliado fiel y a la vez jugoso mercado para el jade y las gemas, como principal ganador en el boicot de la industria occidental. Con todo, no han sido las joyerías las únicas en poner la ética por delante del negocio. Otros que se suman a la protestaMyanmar Airways reconoció hace días que había dejado de volar algunas de sus rutas como consecuencia de ello. La negativa de Rolls Royce a seguir suministrando sus motores a la aerolínea, ha sido clave. "No nos involucraremos más en Birmania", advirtió la marca británica. Por el mismo motivo, la aseguradora London Market Aviation Insurer suspendió también la cobertura que ofrecía a la aerolínea. El jaque mate fueron las cancelaciones turísticas masivas. Compañías como Orient Express Hotels, Trains and Cruises han pedido a sus clientes que reconsideren sus vacaciones en el país asiático. A la vez, las asociaciones sindicales del Reino Unido han solicitado también a la empresa de guías de viajes Lonely Planet, recientemente adquirida por la BBC, que se sume al boicot y retire del mercado la guía de Birmania. El fundador de las guías de viaje de la competencia, Arthur Frommer, fue rotundo: "ahora es el momento de apoyar un boicot turístico contra Birmania". Todo ello golpeará sin piedad a un sector que recibió 264.000 turistas el año pasado y que ingresó 700 millones de euros por ello. Por su parte, otras compañías occidentales habían dado por finalizadas sus operaciones en Birmania meses atrás. PricewaterhouseCoopers, Ernst & Young, BAT o empresas del sector de la madera de teca son algunas de ellas. Ahora bien, no todo son buenas noticias para la ética empresarial. Los dos principales inversores extranjeros en Birmania, las petroleras Chevron y Total han sido muy claros hasta la fecha respecto a su postura en la crisis: no saldrán de Birmania.Por esta razón, se arriesgan a estar en el ojo del huracán de los consumidores occidentales; pero ambos alegan que su salida forzada del país únicamente significará que otra petrolera -como las chinas Sinopec o China Nacional Petroleum, siempre al acecho- tome el relevo automáticamente, fracasando por tanto en el propósito de ejercer presión sobre la junta militar. Con todo, Chevron, que logró permanecer -aprovechando un resquicio legal- en Birmania pese a la prohibición para las empresas de EEUU de hacer negocios allí, se enfrenta ahora a una presión creciente en su país mientras Washington endurece las sanciones contra Rangún.