Consiguen frenar la ambición de Elliott, que promete no "agitar" al consejo en contra de los intereses de la empresamadrid. Elliott Advisors sale de la junta general de accionistas de National Express con un aprobado raspado. El hedge fund norteamericano sólo consigue un puesto en el consejo (algo lógico en virtud del 18 por ciento que controla) de la mano de Chris Muntwyler, pero fracasa en su intento de colar a tres consejeros en su representación y también sale escaldado en el asalto para cambiar la política empresarial del gigante de transportes británico durante un año, por lo menos. Quizá mucho tiempo para que no se piense dos veces en desinvertir en la compañía. Buena parte de su fracaso tiene que ver con el apoyo de la familia Cosmen, segundo accionista del grupo con un 17,5 por ciento, al consejo de administración de National Express, como publicó elEconomista a comienzos de este mes de mayo. Recado para Elliott Prueba de ello, es que en el comunicado oficial tras la junta general de accionistas, John Devaney, el presidente de la compañía, hizo pública su felicitación a la familia asturiana con las siguientes palabras: "De parte de todo el consejo me gustaría expresar mi gratitud a la familia Cosmen por su ayuda en resolver esta situación complicada...". Devaney también manda un recadito a Elliott, señalando que han llegado a un acuerdo con el hedge fund para que no convoque en el futuro una junta general de accionistas ni busque "agitar en contra de la compañía su consejo o la dirección" en al menos un año. De esta manera, Elliott ha retirado de la junta tres puntos adicionales que había añadido para que se votaran. Los restantes doce han sido aprobados por una mayoría aplastante y entre ellos se incluían dos reelecciones de consejeros: Roger Devlin y Jez Maiden. Precisamente, en las últimas semanas el hedge fund norteamericano, que desde hoy miércoles entra en el consejo, había sido muy agresivo con Devlin para que no se le renovara. Ahora, el consejo de National Express tiene en teoría un año de tranquilidad para poder poner en valor a la compañía en un momento muy convulso en el mercado del transporte, en el que las operaciones corporativas podrían cambiar rápidamente el dibujo del sector. La primera pincelada del nuevo escenario la dio el gigante público alemán del ferrocarril Deutsche Bahn (DB) con la compra del operador británico de transportes Arriva, pero no será la última en Europa.