El presidente del grupo dice que la filial española es la que más crece en Europamadrid. Los trabajadores de Unilever en España pueden respirar tranquilos. El presidente de la compañía, José María Vilas, explicó ayer a elEconomista que el nuevo plan de reestructuración anunciado por el grupo -supondrá el despido de 20.000 trabajadores y el cierre de 50 fábricas- no tiene por que afectar a nuestro país. "La filial española ha hecho ya los deberes y es, además, la que más crece en toda Europa occidental. Aunque es pronto y todavía no sabemos nada, no creo que haya más despidos", asegura Vilas. Propietaria de marcas tan conocidas como Knorr, Frigo, Flora, Calve, Signal, Axe, Rexona o Dove, la filial española se ha desprendido desde el año 2000 de seis fábricas y ha reducido su plantilla de 4.000 a sólo 1.667 trabajadores. La reestructuración ha sido ya muy profunda. Vilas explica que "en los últimos siete años, además de enseñas como Lucil o Panini, hemos vendido negocios como Frudesa, Nocilla, La Masía o Croexa, una empresa de bollería congelada". La empresa, que ha conseguido así no tener que cerrar ninguna fábrica, cuenta actualmente con tres centros de producción: una planta de margarinas y mayonesas en Leioa (Vizcaya), una de detergentes y productos de limpieza en Aranjuez (Madrid) y otra de helados en Barcelona. Hace tres años, la multinacional puso además en marcha un nuevo plan de reestructuración, conocido como One Unilever- para simplificar su estructura-, que ha supuesto la creación de un único comité de dirección y la progresiva externalización de servicios financieros, informáticos y de recursos humanos.El grupo angloholandés anunció su plan de reestructuración el pasado jueves durante la presentación de sus resultados semestrales. Sus cuentas no han sido malas -elevó sus ventas un 5 por ciento, hasta superar los 20.000 millones de euros y ganó un 11 por ciento más, hasta 2.281 millones-, pero la compañía está convencida de que es necesario cerrar 50 de sus 300 fábricas en todo el mundo. El plan parece una fotocopia del que anunció en 2000, denominado Path to growth (camino al crecimiento) y que supuso ya el cierre de cien fábricas y el despido de 25.000 trabajadores para centrarse en sus marcas más rentables. Aunque la compañía todavía no ha especificado cuáles serán los centros afectados, sí que ha reconocido que el grueso de la reestructuración se centrara en Europa, donde tiene 44.000 trabajadores.