Basilea III quiere eliminar del 'core capital' los créditos fiscales diferidos y fondos de comercioLas inversiones financieras de más del 10% reciben un duro castigo en consumo de capitalmadrid. La nueva normativa financiera en preparación, conocida como Basilea III, amenaza con poner del revés la actual regulación para la banca, obligando a las entidades a prepararse para un brusco cambio de las reglas de juego. La obsesión del Comité de Basilea por reforzar la solvencia de las entidades y disminuir los riesgos pondrá límites, si se mantiene el contenido de los borradores, al reparto de dividendos de los grupos bancarios en función del superávit que mantengan sobre lo exigido en los ratios de solvencia. De este modo, una entidad que registre un aumento notable del beneficio, pero que esté cercana al mínimo establecido, no podrá sobrepasar determinado porcentaje de pay out (la parte del beneficio que reparte entre sus accionistas), con lo que aumentará el volumen destinado a engrosar las reservas. El objetivo del Comité con esta limitación es que se mantenga una política muy prudente sobre recursos propios, para evitar, como en otros puntos, un riesgo de descapitalización. Millonarios recursos extra Basilea III, en fase de elaboración, aún no ha puesto números a todos los cambios que quiere introducir, si bien se espera un apreciable refuerzo en los ratios de capital, además de cambiar la composición de activos admitida en cada categoria. Así, si se obligara a que el core capital (recursos de mayor calidad) representara el 8 por ciento de los activos, las entidades españolas necesitarían, según los cálculos de La Caixa, 48.000 millones adicionales. Este ratio de solvencia sufrirá importantes modificaciones, ya que se verá reducido a reservas y capital. El Comité de Basilea, que lo ha rebautizado como common equity, quiere que su composición sea homogénea para todos los bancos del G-20, lo que conlleva que dejen de computar, entre otros conceptos, los activos fiscales diferidos (deferred tax assets). Pero se eliminan de un plumazo los malos y los buenos. En el primer caso están los que se producen cuando una entidad registra pérdidas y al diferir el pago de impuestos obtiene el equivalente a un crédito fiscal. Entre los segundos se encuentran los que generan la constitución de fondos de prejubilaciones o provisiones genéricas, que no obligan a pagar impuestos hasta que no se utilizan. Que unos y otros reciban el mismo trato es una de las grandes quejas de la banca internacional, incluyendo la española. También se quejan del impacto que tendrá que se dejen de computar los fondos de comercio, los activos intangibles y los intereses minoritarios. En cuanto al Tier I (otro ratio de solvencia que comprende activos de calidad) el objetivo recogido en los borradores de Basilea III es endurecer las condiciones por las que se pueden incluir instrumentos híbridos. Afecta de lleno a las emisiones de preferentes, uno de los productos más utilizados por la banca para captar fondos del mercado, ya que sólo podrán formar parte del ratio cuando la entidad establezca una discreción total en el pago de cupones, es decir, se reserve el derecho a retribuir o no al inversor periodicamente. Ninguna emisión actual cumple esta condición. La queja de la banca en este punto no es sólo que tengan que eliminar estos recursos del cómputo de capital, aunque se establecería un periodo transitorio para dar tiempo a poder reestructurar el capital, sino también al hecho de que consideran que estas restricciones acabarían con la utilidad de este instrumento ahora tan utilizado, ya que sería muy díficil captar fondos si no se asegura de antemano el mecanismo de pago. Golpe a las participadas En cuanto a la cartera de participadas, las financieras son las que reciben un mayor castigo en cuanto a consumo de capital, unque también se ven muy afectadas las inversiones en seguros y, en menor medida, las carteras industriales. Basilea III propone que para aquellos paquetes accionariales que superen el 10 por ciento y no lleguen a un porcentaje de control se reste recursos del capital en la misma línea donde se imputan en la participada. Lo que quiere decir que la factura que tendrá que pagar un banco por invertir en otro consistirá en restarle recursos en todos sus ratios de solvencia. Esto penalizaría los paquetes accionariales en otras entidades financieras, muy comunes en el sector. Ejemplo de ellas en el mercado español son la participación que mantiene Credit Agricole en Bankinter o las de Criteria, el holding de La Caixa, en Erste Group Bank, BPI o The Bank of East of Asia.