Todos estamos inmersos en el debate del nuevo modelo económico y la provincia de Cádiz no es una excepción. Como es sabido, la provincia abarca escenarios y comarcas claramente diferenciadas, por lo que no se trata de un solo modelo sino de varios, que la identifican. Todos ellos están basados en pilares que necesitan ser removidos. La causa está en que todas las comarcas muestran un perfil en el que sostienen sus economías, impropio de un país que aspira a competir entre los desarrollados. No es posible simplificar hasta considerar a la provincia como un todo, es necesario contemplarla a nivel comarcal, y así, comenzando con la que peor lo está pasando: la Sierra de Cádiz. Su mercado laboral depende en exceso de la construcción, frente a una agricultura que, como en anteriores crisis, se constituye en refugio de los excedentes del ladrillo. La sierra afronta una crisis propia, con su actividad industrial limitada al sector peletero de Ubrique, a su vez, presa de las importaciones del tercer mundo, ha conducido a la comarca a una situación de desesperación, con poblaciones que han visto duplicado el número de parados. Eso quedó reflejado en la reciente huelga general convocada por los jornaleros, secundada masivamente en siete ayuntamientos. Posibles salidas Es fácil decir que la salida está en ampliar la actividad a los sectores industrial, agrícola y turístico. Pero si observamos el comportamiento de estas mismas poblaciones tal vez encontremos el camino. Se aprecia con claridad cómo en las poblaciones más pequeñas -demostrándose una vez más que el incremento de población no significa una mejora de la calidad de vida, sino más bien lo contrario, como Villaluenga del Rosario, Grazalema, El Bosque y Olvera- es en donde la crisis no se está cebando con el desempleo. Se trata de poblaciones que han sabido añadir valor a sus productos tradicionales, convertidas en industrias agroalimentarias adaptadas a los gustos y exigencias actuales, acompañadas de un sector turístico en alza. Una cuestión clave. Claro que esto puede que no sea suficiente en las mayores poblaciones como Arcos, cuyas esperanzas se encuentran puestas en la zona industrial que Iberdrola y Zona Franca promueven en Jédula, además de seguir afianzando el sector turístico gracias a su magnífico patrimonio y belleza paisajística. En Ubrique, que tiene que seguir luchando por el mantenimiento de la industria peletera, sigue siendo esencial la puesta en marcha del Centro Tecnológico y la apuesta por la innovación. La ciudad, por cierto, mantiene un sector turístico aún sin explotar a pesar de su gran potencial. Villamartín está llamada a convertirse en un centro de referencia en la comarca de la industria agroalimentaria, más cercano a este medio que otras ciudades más grandes que parecen optar más por un modelo basado en el sector servicios. Al sur de la provincia El Campo de Gibraltar concentra su actividad industrial en torno a grandes empresas que generan un tercio de los puestos de trabajo provinciales (Cepsa, Repsol Butano, Sevillana, Acerinox, Eólica de Andalucía y Maersk España) que junto a la actividad que genera el Puerto de la Bahía de Algeciras, constituyen el modelo de su economía que es tal vez el que menos cambios traumáticos pueda sufrir, si bien para ello necesitará que se siga invirtiendo en las infraestructura portuarias y terrestres, para mantenerlo a primer nivel mundial. La posición del Campo de Gibraltar como uno de los grandes centros del transporte y el comercio internacional del sur de Europa es incuestionable. Por ello, y dado su déficit actual, la comarca necesita, como la que más, seguir invirtiendo en infraestructuras. La Janda, área que ha permanecido en el olvido durante muchas décadas, tradicional suministradora de mano de obra, presenta un modelo basado en el primario, que necesita, claramente, diversificación, que debería ir acompañado de un trato especial y específico para el municipio de Barbate, cuya solución bien podría estar en los términos municipales colindantes. Dadas las actuales limitaciones medioambientales y militares que padece o disfruta, es absurdo esperar a las eternas negociaciones con Defensa, o autodestruirse, dilapidando su mayor patrimonio, que es su entorno natural, aceptando que en el siglo XXI una población de la dimensión de Barbate no podrá seguir viviendo de los sectores tradicionales. Se necesita implantar nuevas actividades, no sólo del sector turístico, sino también del industrial, este último la única vía para cambiar la situación extrema en la que se mantiene este municipio. Expectativas en La Janda La Janda, en su conjunto, debe convertirse, y tiene recursos naturales para ello, en un modelo a seguir, con un nivel de transformación menos intenso que el registrado en otros territorios, con el ejemplo del viento, uno de los aspectos que más caracterizan al Litoral de la Janda y de siempre considerado como un problema, principalmente por las limitaciones que impone a la actividad agrícola, pero que gracias a su utilización industrial y lúdica se ha convertido en una fuerza para su desarrollo, que junto con la recuperación de su tradicional actividad artesanal, y su atractivo turístico, con el imprescindible apoyo industrial al entorno de Barbate, hacen pensar en un mejor futuro para esta comarca. El Bajo Guadalquivir, comarca que engloba a municipios de Sevilla y Cádiz, en esta última provincia, pertenecen a ella Sanlúcar, Chipiona y Rota, con esta última población incluso perteneciendo a dos comarcas, a ésta y a la de la Bahía de Cádiz. En cualquier caso, y en lo que a la parte gaditana nos compete, se trata de núcleos de población muy importantes, que han experimentado un notable crecimiento turístico en los últimos años, pero como en otros tantos lugares de nuestra geografía provincial, éste no puede ser el único sustento del altísimo empleo demandado. Las energías alternativas y la necesidad de incrementar la presencia industrial deben marcar el camino en los próximos años. Finamente, tenemos la Bahía de Cádiz, con una población de 700.000 habitantes y la de mayor peso en la provincia, con un modelo basado en las grandes empresas estatales, y restos de la pesca, la agricultura y la industria vitivinícola. También tiene un gran peso en los últimos años el sector de la construcción, que requiere de importantes transformaciones para mantener a este nivel de población en el nuevo escenario global, y que parte de una realidad actual con un altísimo nivel de paro, en particular en los municipios en los que más ha crecido la población en los últimos años, a la sombra del ladrillo. Aquí es irrenunciable el mantenimiento y crecimiento del sector industrial, liderado por la aeronáutica, manteniendo el naval, con la expansión de las industrias relacionadas con las nuevas energías, respecto a las cuales la Bahía debe convertirse no sólo en sede de explotaciones, sino en centro de investigación y desarrollo. Es de vital importancia el papel de las industrias auxiliares autóctonas, porque han dejado de ser meras suministradoras de mano de obra o de construcción de pequeños elementos y montajes. Pilares que han de completarse con un sector agroalimentario de tanto peso económico y generador de empleo, para el que la comarca y la provincia en general reúne unas condiciones extraordinarias, como su incipiente nivel de implantación. La provincia necesita cambios, y tendrán un alto coste, pero tienen que empezar a asumir un nuevo modelo económico.