BARCELONA. Debía ser una fusión entre iguales. Debía tratarse de privatizar un subsector de la energía, el del gas, en Francia, controlado con mucho celo por el Estado para apaciguar los aumentos de precios y garantizar el suministro. Todos los accionistas estaban de acuerdo con las condiciones pactadas. Pero en el último momento, y como ocurre en cualquier operación financiera, apareció un imprevisto. Un accionista multimillonario, Albert Frère, creyó en mayo de 2006 que el pacto de fusión entre la francobelga Suez y la poderosa estatal francesa Gaz de France (GDF) castigaba sus intereses. Frère posee el 10 por ciento de Suez. El financiero consideró que el intercambio de acciones acompañado de un euro suplementario por cada título que posee de Suez no valoraba en su justa medida al grupo privado. Toda una lección de paternalismo que mostraba el respeto que le deben una decena de empresas francesas. El apetito de este financiero de 81 años no deja de incomodar a los grandes empresarios franceses. Por el hecho de ser belga, por ser un vividor amante del foie gras bañado con un blanco exclusivo Sauternes del Château d'Yquem, por poseer la bodega de vino más exclusiva de Europa ubicada en el corazón del Burdeos francés en Saint-Émilion... Y porque no es un financiero de casta, puesto que es hijo de un humilde fabricante de clavos lejos de la capital Bruselas, en la provincia valona de Charleroi. Frère ha amasado su fortuna comprando en bolsa participaciones de las principales empresas que cotizan en el selectivo índice CAC-40 de París.El barón Albert Frère es hijo de un vendedor de clavos y tornillos. Comenzó a amasar fortuna a los 30 años con el comercio de acero en los alrededores de Charleroi, a unos 150 kilómetros al este de la ciudad francesa de Lille. Sin poseer estudios universitarios y con el único recurso de las ventas que le proporcionaban las incipientes industrias acereras de la Bélgica francófona (más pobre e industrial que la rica y germánica región flamenca), Frère empezó a montar el hólding Groupe Bruxelles Lambert (GBL) que acompaña a su instrumento de inversión, la Compagnie Nationale à Portefeuille (CNP). Desde este holding ha ido aumentando su presencia en las cotizadas francesas. "Con discreción se ha abierto hueco en el capitalismo francés influyendo en la toma de decisiones estratégicas de empresas muy importantes como Total", comenta a elEconomista un colaborador de Frère en GBL con sede en Bruselas. El belga Frère es, hoy por hoy, el primer inversor privado de Francia. Su inversión alcanza los 20.000 millones de euros. Su cartera se divide entre Total (6.000 millones), Suez (4,5 millardos), Lafarge (3.000 millones), Imerys (2,3 millardos), Arkema (100 millones de euros), grupo Flo (80 millones de euros), Pernod-Ricard (2.000 millones). Posee el 3,9 por ciento de la petrolera Total Fina, el 26,3 por ciento de Imerys y el 11,3 por ciento de la constructora Lafarge. Frère también es dueño de los poderosos fondos de inversión PAI Europe, Sagard Private Equity y Ergon Capital. Todavía hay más: hasta hace poco tiempo, Frère poseía el 25,1 por ciento del coloso editorial alemán Bertelsmann, del que se ha desprendido por 2.400 millones. "Se ha ganado a los empresarios franceses en su propio territorio", afirma Greg Assayag, asesor de la Bolsa de París. Con una fortuna valorada en 19.000 millones de euros por Forbes, Frère viaja en jet privado y le gusta organizar reuniones con empresarios franceses en su castillo Cheval Blanc (caballo blanco) en Saint Émilion, una localidad ubicada en la región vitivinícola francesa por excelencia de la Gironde, cuya capital es Burdeos. Allí ha invitado a Bernard Arnault, dueño del lujo en LVMH; al ministro Thierry Breton, a Henri H. Kravis, dueño del fondo americano KKR, y a Thierry Desmarest, ex consejero delegado de Total. "No me gusta el trampolín hacia la fama, sino sentirme respetado por el poder", escribió Frère en el diario Le Figaro en 2005. El viejo zorro inversor tampoco oculta sus simpatías para atraer a políticos conservador que le abran puertas a sus negocios. "Nicolas Sarkozy es un buen candidato porque quiere reformar una Francia enquilosada y sus privatizaciones darán entrada al capital", dice.Entre sus posibles "incursiones" en Europa, figura su interés por la construcción y la energía. "Decidirá en la fusión entre Suez y GDF, pero podría entrar en España y el sector energético", asegura el analista parisino. Frère no dudará en utilizar sus armas: 5.000 millones tras su salida de Bertelsmann y 950 millones en créditos. Un botín para seguir su festín en Europa...