Airbus hizo ayer la puesta de largo del avión más grande del mundo. Durante dos horas, 'elEconomista' tuvo ocasión de ver como evoluciona en vuelo el 'superjumbo' europeo. env. esp. toulouse. Alrededor de las 10:10 de la mañana, el avión de Air France que trasladaba a la comitiva de periodistas españoles aterrizaba ayer en el aeropuerto de Toulouse. A la izquierda de la pista se podían observar tres A380 aparcados en las instalaciones de Airbus. "No parece tan grande", dijo alguien con poco sentido del ridículo. Tras las oportunas acreditaciones en las instalaciones del fabricante aeronáutico europeo, el final de la subida de unas interminables escaleras daba paso a una imagen espectacular que ridiculizaba la primera impresión del atrevido comentarista. El imponente morro del avión comercial más grande del mundo y la envergadura de sus alas impresionaban. No en vano, el proyecto estrella de Airbus tiene unas espectaculares dimensiones: 72,7 metros de largo, 79,8 metros de envergadura (de ala a ala) y 24,1 metros de altura.Cuando el grupo todavía no se había hecho a la idea del tamaño del aparato con el que iban a compartir vuelo durante las próximas dos horas, irrumpió en escena Fernando Alonso. No se trata del corredor del Fórmula 1, pero en su profesión nada tiene que envidiar a la carrera del deportista.Un gigante con alasEl Alonso de Airbus también tiene sus éxitos particulares. Entre otros, lleva más de 500 horas de vuelo de prueba del A380 y conoce todos los secretos del avión más importante del Siglo XXI. Cuando alguien le pregunta ¿qué es lo que más nos va a sorprender?, el vicepresidente de ensayos en vuelo de Airbus no duda: "Os llamará la atención la luminosidad, el volumen y el poco ruido del avión".Y Fernando Alonso no se equivocó en ninguna de sus apreciaciones. Entrar en el A380 es descubrir un gigante. "es como si fuera un A340 de Airbus volando sobrepuesto encima de un 747 de Boeing", asegura el ejecutivo español antes de que la azafata comenzara a invitar a los pasajeros a ocupar su asiento para el despegue.A las 13:05 el avión sale de calzos y comienza a moverse por la pista de rodadura. Un cuarto de hora después, uno de los dos pilotos avisa de que queda un minuto para despegar. Tras sesenta segundos de emocionante espera, los cuatro motores Trent 900, que fabrica Rolls Royce, empujan al avión con una fuerza no comparable a la de los equipos de propulsión de otros aviones comerciales del mercado.El A380 ya está en el aire a las 13:22 y lo hace por primera vez con pasajeros que ni son empleados, ni clientes del programa, ni autoridades. Como el reciente viaje organizado para los ministros de Industria de los países socios del programa: Francia, Alemania, España y Reino Unido.Tras un tramo de turbulencias, el avión comienza a volar a velocidad de crucero y el mismo pasajero atrevido que dudaba de las dimensiones del avión al llegar a Toulouse vuelve a la carga "¿Están seguros de que estamos volando?". Pues sí, lo que ocurre, como predecía Alonso, es que el ruido es mínimo y se puede hablar tranquilamente "como si se estuviera en un despacho". El avión vuela y lo hace muy alto: ¡a más de 14.000 metros de altura! Tanto es así, que en las imágenes de la cámara exterior el horizonte comienza a verse con cierta redondez. "Ha conseguido la velocidad de crucero en 25 minutos", presume Alonso sabiendo que la competencia no consigue esos tiempos.Las mismas impresiones que ayer vivían los 200 invitados, las tendrán los pasajeros de Singapore Airlines cuando en octubre se entregue el primer avión a una aerolínea. El año que viene se servirán treinta unidades y en 2009, 25. Durante los últimos meses, Singapore Airlines ha tenido y tiene el secreto mejor guardado de la industria aeronáutica: cómo será la configuración de su primer A380. El silencio es tal que el diseño interior de su avión está guardado en un hangar de Airbus en Hamburgo y todos los empleados que trabajan en él tienen una cláusula que les prohibe ofrecer ninguna información al respecto. Todo el mundo opina sobre cuales serán las configuraciones de las aerolíneas, sobre todo de las asiáticas, que casi siempre se decantan por el lujo. Se ha pedido de todo: mesa de ping-pong e incluso casino para los aviones de Virgin. Fernando Alonso reconoce que la excesiva flexibilidad que ha ofrecido Airbus a sus clientes a la hora de configurar sus aviones ha sido una de las causas por las que el programa A380 se ha retrasado más de un año y medio y ha supuesto una grave crisis económica para Airbus. "No es la única causa", matiza Alonso. Pero a más de 900 kilómetros por hora todo se olvida. Sobre todo observando la cara de felicidad de Juergen Thomas, un anciano ingeniero de Airbus sentado en la clase business del A380. Este apacible abuelo es una leyenda en la compañía ya que fue el primero al que se le ocurrió hacer un avión tan gigantesco. Seguramente, ni el propio Thomas pensaba que el A380 iba a ser el centro de una batalla entre los dos mayores rivales de la industria: Airbus y su enemigo norteamericano Boeing, que ha respondido al lanzamiento del superjumbo europeo con su programa estrella: el 787 Dreamliner.Cuando los pasajeros comienzan a cogerle el gusto a volar en el avión más grande del mundo, el capitán, el inglés Peter Chandler, y el copiloto, el alemán Wolfgan Absmeyer, anuncian que es hora de volver a los asientos. Tras casi dos horas de andar por interminables pasillos, de subir y bajar las dos escaleras que unen la planta de arriba con la de abajo (una, de diseño tradicional adelante, y otra de caracol detrás), y de tomarse algún refrigerio en los amplios bares del avión, la docena de azafatas comienzan a acomodar a los privilegiados invitados. Han recorrido casi sin darse cuenta los Pirineos hasta llegar al Golfo de Vizcaya y dar la vuelta a la base de Toulouse.El A380 comienza a aterrizar con algunas turbulencias, igual que en el despegue. Y, para darle emoción al momento, una fila de máscaras de oxígeno caen ante las bromas de los pasajeros. Si se le observa desde el suelo parece que toma tierra prácticamente parado. Los expertos aseguran que es un efecto óptico normal ya que, al ser tan grande da la impresión de que flota pero la vista engaña: aterriza a una velocidad de 255 km/h. A las 13:25, los pasajeros del vuelo AIB 1007 han tomado tierra. Serán los primeros de una larga lista de millones de clientes del A380 durante este siglo. De momento ya hay 166 aviones encargados por 15 clientes. Fernando Alonso sonríe y pregunta ¿os ha gustado?. La respuesta en unánime y positiva. El programa del avión comercial más grande del mundo ha quemado otra de sus etapas. Mientras todo el pasaje se levanta de sus asientos, un pasajero se da cuenta que no ha apagado el móvil durante el viaje y se calla avergonzado. ¡Ha provocado interferencias en el avión más grande del mundo!