Si Europa se convirtiese en zona de ciclones, el impacto en las pólizas sería gravemilán. El mercado de seguros echa cuentas tras el paso del Kyrill, el huracán que, durante dos días, azotó sin piedad a Europa central y septentrional y dejó tras él 41 muertos e ingentes daños en una de las áreas más aseguradas del planeta.Según las primeras estimaciones de Air Worlwide Corporation, una empresa de Boston especializada en la valoración de los daños ocasionados por catástrofes, las pérdidas de las aseguradoras podrían situarse entre los 4.000 y los 8.000 millones de euros. Eso convertiría al Kyrill en el huracán europeo más devastador de los últimos años. Más que el Daria, que en 1990 causó daños por valor de 4.400 millones. Y más que el Lothar, la tempestad invernal que en 1999 obligó a desembolsar 5.900 millones en pérdidas.Pero no todas las valoraciones de la catástrofe son tan pesimistas. Otro centro de investigación, el Risk Management Solutions, sitúa sus estimaciones en torno a los 1.500 millones de euros. Y los principales grupos aseguradores todavía no han hecho cálculos al respecto. Sin embargo, las bolsas penalizaron a los títulos de las compañías del sector, como Allianz, Munich o Generali.Más allá del huracán, lo cierto es que el mercado de las pólizas está comenzando a interrogarse sobre la posibilidad de que catástrofes de este tipo puedan repetirse con frecuencia. "La fase suave que caracteriza al mercado hace pensar que las aseguradoras no consideran a Europa como una zona especialmente peligrosa en la cobertura de daños por catástrofes. Al menos no tanto como EEUU, donde en 2005 una de las consecuencias del paso del huracán Katrina fue la fuerte subida de los precios de las primas de seguros", subraya Carlo Clavarino, responsable para el sur de Europa del broker mundial Aon. Si Europa se convirtiese en una zona de ciclones y tempestades, "el discurso sería diferente, pero, en ese caso, el impacto no se limitaría al incremento del 10 por ciento en las pólizas", añade. Algunas compañías ya están poniendo en marcha programas concretos. Axa es una de las pocas empresas aseguradoras que ofrece en Italia una cobertura, aunque sea limitada, de los daños derivados de catástrofes naturales. Por el momento no es posible ir más allá, por la falta de un acuerdo entre el sistema asegurador y el Estado, que desempeña el papel de asegurador de última instancia en el caso de catástrofes de especial gravedad. Ahora bien, en otros países europeos sí que existen esos acuerdos."Estamos registrando una creciente atención de los consumidores hacia las temáticas medioambientales, que antes no aparecían en nuestras investigaciones", explica el consejero delegado de Axa Italia, Massimo Michaud.Las primeras respuestas de las compañías están relacionadas con los planes de prevención (por ejemplo, sobre el respeto de las normas medioambientales) que permitan mantener las pólizas dentro de unos límites aceptables. Y sugieren inéditas formas de colaboración entre el sector público y el privado."Apoyamos a fondo los programas que está realizando el jefe de protección civil, Guido Bertolaso, al constituir un observatorio para estudiar las tendencias del tiempo con meses de antelación", subraya Michaud.Bonos arriesgadosLa industria financiera también se está moviendo. En 2006, explotaron literalmente (crecieron un 130 por ciento) las emisiones de cat bonds, las obligaciones con las que las compañías ceden algunos de sus propios riesgos de catástrofes al mercado financiero. El que los compra recibe un interés elevado pero, si se produce el evento atmosférico al que están asociados, puede perder el capital.En conjunto, el mercado mundial de los cat bonds alcanza un montante de 8.100 millones de dólares. La semana pasada, un estudio apostaba por la constitución de un observatorio independiente para censar las pérdidas por catástrofes naturales de las aseguradoras europeas. Además, la creación de un índice específico en este terreno, siguiendo el ejemplo de EEUU, podría favorecer el desarrollo de nuevos productos financieros vinculados con las catástrofes naturales.