Los estudios arquitectónicos Richard Rogers y Vila Asociados han diseñado el proyecto, que gestionará Isoluxmadrid. El futuro Campus de la Justicia, el mayor proyecto de Madrid, tras la faraónica Terminal 4 de Barajas, ha dado otro paso adelante para su despegue definitivo: la adjudicación del P7, el tercero de los 14 edificios que formarán el campus y donde se ubicará un parking de 1.174 plazas.El proyecto elegido suma las fuerzas de los estudios arquitectónicos Richard Rogers y Vila Asociados; la constructora Isolux Corsan, cuya su división de aparcamientos gestionará el parking; y las consultorías de ingeniería Arup y Fhecor.Aparcamiento y ocioLa propuesta de diseño arquitectónico, presupuestada en 26 millones de euros, se impuso en el concurso internacional que convocó la capital, gracias a que no concibió el edificio como un espacio dedicado exclusivamente al estacionamiento. Al contrario, sus cinco plantas sobre rasantes y tres bajo rasante albergarán también 1.500 metros cuadrados comerciales y 500 metros cuadrados reservados para negocios de restauración.En total, el edificio contará con 45.000 metros cuadrados. La mayoría de esta superficie albergará el gran parking, adjudicado a Isolux Corsán, tanto la construcción como la gestión, y presupuestado en 60 millones de euros.El futuro Campus de la Justicia de Madrid será el mayor de toda Europa y albergará a los 19 órganos judiciales que, actualmente, están repartidos por diferentes dependencias de la capital. Al concentrarse un único espacio, la Administración confía en agilizar los procesos judiciales, logrando así una mayor eficacia.Dentro de este proyecto, uno de los grandes atractivos del P7, desde el punto de vista del negocio, es la garantía de contar con un aparcamiento cuya alta ocupación está prácticamente garantizada, al concentrarse todos los cuerpos judiciales de Madrid en un único campus.El edificio, además, se ha diseñado con criterios medioambientales, dirigidos a minimizar la profundidad de las plantas y maximizar la entrada de luz natural en el edificio. De hecho, las luminarias de cada nivel se activarán con sensores controlados centralmente, consiguiendo así que sólo se enciendan cuando los niveles de luz natural decaigan por debajo de un nivel establecido. Además, tanto en la construcción como en el mobiliario se empleará material reciclado.