En plena opa a Portugal Telecom y con Vivo en juego, Alierta amarra el futuromadrid. A las 17.00 horas (hora brasileña) del pasado martes, arrancaba el encuentro entre el presidente del grupo Telefónica, César Alierta, y el presidente de Brasil, Luiz Inázio Lula da Silva. Lugar: el Palacio do Planalto, sede del ejecutivo brasileño, situado en la Plaza de los Tres Poderes (Brasilia). Tres poderes también los que se reunían en torno a la mesa, a saber: el poder ejecutivo del país, el poder de Telefónica en la región y el más poderoso caballero. Telefónica ha prometido a Lula una inversión de 15.000 millones de reales (5.000 millones de euros) en cuatro años en telefonía fija, móvil, Internet y call centers en el país. Gracias a esos centros de atención telefónica, se crearán entre 5.000 y 6.000 empleos.Aunque sea pura coincidencia, (por ser Alierta el presidente de la Alianza Brasil-España, que reúne a 30 empresarios e intelectuales de ambos países y a quien representaba en ese momento) el encuentro se produce con la opa de Sonae a Portugal Telecom en pleno periodo de aceptación. Telefónica comparte a partes iguales su negocio de telefonía móvil brasileño con Portugal Telecom, bajo el nombre de Vivo, y pretende quedarse con la totalidad triunfe o no la operación de Sonae, ya que se ha demostrado que la gestión compartida no ha funcionado. El gobierno portugués se ha mostrado en diferentes ocasiones radicalmente en contra de que Portugal Telecom salga de la aventura brasileña, pero en el folleto de la opa a PT, Sonae reconoce que Telefónica no muestra ninguna intención de vender su parte, sino todo lo contrario, y que será algo que habrá que negociar si la opa tiene éxito. También asegura que no le costaría mucho encontrar financiación extra si se diese la remota opción de comprarle a Telefónica su 50 por ciento en Vivo. Pero eso es una cosa y otra muy diferente gozar además del pulmón suficiente para ponerse al gobierno de Brasil de su parte con una inversión que se acerque a la prometida por Telefónica.La española en BrasilA pesar de la compra de la británica O2 por Telefónica, una operación que ha diversificado las ganancias de la española reduciendo el peso de América Latina en favor de la siempre más estable Europa, Brasil seguía siendo, a septiembre de 2006, el país que más aportaba a los ingresos de la teleco después de España (14,7 por ciento).La filial brasileña de telefonía fija, Telesp, contaba a esa fecha con 15,8 millones de líneas, con 1,5 millones con el acceso a Internet de banda ancha contratado. La banda ancha, a la que Telefónica está dedicando la mayor parte de su inversión, está paliando con su crecimiento la caída del tráfico de voz en Brasil como en todo el mundo. La banda ancha aporta ya 8,5 euros de cada 100 de los ingresos de Telesp. Los ingresos de Telesp crecieron el 2,1 por ciento en moneda local los nueve primeros meses del año, llegando a 4.157 millones, y el resultado bruto fue superior a 2.000 millones.En cuanto a Vivo, la filial móvil que comparte con Portugal Telecom, cuyo 50 por ciento está valorado en unos 3.000 millones de euros, contaba a septiembre con 28,7 millones de clientes, una vez saneados los usuarios con morosidad crónica que tenía la compañía. Vivo ingresó en los nueve primeros meses de 2006 un total de 1.488 millones, y el beneficio bruto caía el 23 por ciento en moneda local hasta los 335,3 millones. Telefónica está desplegando una red GSM en Brasil y, si se hace con Vivo, es de esperar que la fusione con Telesp como está haciendo en el resto del mundo con sus negocios de telefonía fija y móvil.