Pretende que una empresa local se quede con la fábrica de jabones del alemán Henkel, que ha anunciado su marchaa coruña. No hubo nada que hacer: el grupo Henkel, fabricante de los jabones La Toja, se irá de Culleredo (A Coruña) en los próximos meses. Ayer por la mañana el Conselleiro de Innovación e Industria reconocía ante los los medios de comunicación que "eso responde a la dinámica empresarial y que, por lo tanto, no hay nada que hacer al respecto". El grupo alemán, dueño también de marcas de higiene personal como Fa o Magno se reúne hoy con el comité de empresa de La Toja para comunicarles el plan social diseñado con motivo del cierre de la fábrica. A su vez el representante de la empresa, Juan Carlos Lacorta, aseguraba que "de las cuatro fábricas que tenemos en Europa, ésta es la menos rentable" y el cierre responde a la lógica empresarial. Culleredo es un pequeño municipio en las afueras de La Coruña, el primero que ven los viajeros al llegar al aeropuerto de Alvedro. Una localidad que lleva años viviendo bajo la sombra de la ampliación del aeropuerto, soportando los ruidos de los aviones, y que ahora sufre la pérdida de los 140 empleos de la fábrica en cierre. Sin embargo, su alcalde el socialista Julio Sacristán, que a lo largo de los años ha sido capaz de poner en un brete al mismísimo Paco Vázquez, se acaba de sacar de la manga una misteriosa empresa gallega no dedicada a la cosmética dispuesta a tomar el relevo de Henkel y a absorber más de la mitad de los puestos de trabajo. "Será en el plazo de dos o tres meses" y podría incorporar a 80 trabajadores" adelantó aunque puntualizó "será necesaria una negociación entre ambas empresas y la Xunta para dar el visto bueno a la operación. También declaró que el grupo alemán se ha comprometido a dar "toda la flexibilidad del mundo" para que una nueva actividad empresarial se desarrolle en lo que hasta ahora han sido terrenos de La Toja. Asimismo, el alcalde del municipio gallego mencionó su interés en "no generar falsas expectativas alrededor del futuro de La Toja", remarcando que "hay que partir de que la fábrica está muerta".