Pedir un aumento de sueldo es como negociar con un asesino para que no mate
- La voz es fundamental durante las negociaciones y se puede entrenar
La clave a la hora de hacerle una petición a un jefe, como puede ser un ascenso o un aumento de sueldo, es la voz. Así lo concluye un artículo publicado por el diaro Organization Management Journal, tras entrevistar a Cristophe Caupenne, especialista en la negociación con secuestradores para la liberación de rehenes en el RAID, la versión francesa de los SWAT (la unidad de élite de la policía de EEUU).
El artículo, escrito por un profesor de una escuela de negocios y un especialista de la voz asegura que negociar con un jefe es similar a persuadir a un maniaco para que no mate a nadie.
A partir de su experiencia y sus conocimientos, Caupenne ofrece una serie de consejos para las personas que quieran negociar con sus superiores.
1. Entrenar la respiración con una vela
La respiración es esencial en las negociaciones. La velocidad y el ritmo afecta a la energia, y también a la susceptibilidad general. Para encontrar la cadencia adecuada, el experto recomienda encender una vela y ponerla a 4 centímetros de la cara. Hay que inhalar profundamente y soplar con cuidado, evitando que se apague.
2. Practicar con un lápiz en la boca
Una buena práctica para hablar con claridad es entrenar con un lápiz en la boca. Hay que probar a decir así las frases que se le quieren decir al jefe. Una vez retirado el lapiz, se habla de manera más fluida.
3. Calentar la voz
Hay que tratar la negociación como si de un evento deportivo se tratase, con su correspondiente calentamiento. El 'ohm' de los monjes budistas, o gritar números como si fuese un profesor de gimnasia ayuda a proyectar la voz.
4. Leer solo las vocales de una frase
El estudio sugiere que leer una frase determinada pronunciando solo las vocales y después leerla completa (enfatizando las consonantes) es un buen ejercicio para lograr una voz más atractiva.
5. Voz grave
Las voces agudas son más molestas pues, según el artículo, activan una serie de ondas que provocan que el cerebro tenga que esforzarse más para interpretarla. Estudios demuestran que las voces agudas transmiten poca eficacia; de hecho, Caupenne asegura que una vez se negó a contratar a un negociador perfectamente cualificado porque "su voz sonaba como una ardilla".