El creciente auge del nacionalismo se hace fuerte como amenaza para la maltrecha economía española, siendo una nueva fuente de incertidumbre que añadir a la ya reinante en la coyuntura de un país que arrastra un lustro de crisis, al borde de una petición de rescate a Europa y con ya ocho comunidades apuntadas al Fondo de Liquidez para poder atender sus vencimientos.Al órdago soberanista del presidente catalán, Artur Mas, se une ahora la victoria de las fuerzas nacionalistas vascas y los buenos resultados electorales de EH Bildu, la marca de Batasuna para concurrir a los comicios vascos. En un país como España donde la fragmentación de mercado y las divergencias fiscales y administrativas salen sistemáticamente señaladas como un freno a la competitividad y la recuperación, la creciente apuesta nacionalista se torna como un lastre para el crecimiento, una suerte de juego político que filtra a la economía minándola y debilitándola. Ambos polos, el catalán y el vasco, no hacen sino complicar el horizonte económico en una España que necesita todo menos desestabilzaciones adicionales. Son muchos los empresarios, inversores y expertos que advierten de que el avance del soberanismo desincentiva la actividad en esos territorios. Precisamente en un país al que sistemáticamente los informes internacionales sobre libertad económica achacan la fragmentación del mercado, las divergencias fiscales interterritoriales y la complejidad administrativa como un freno a la competitividad y, en tiempos de crisis, un lastre para la recuperación económica. No hay más que ver las reacciones que ha suscitado el caso catalán, donde varios empresarios, locales y extranjeros, ya manifiestan que preparan un plan B y diversifican sus sedes en el país por si las aspiraciones de Artur Mas van tomando forma. La jibarización del PSOE Así pues, tras el vuelco electoral vasco, que se salda con casi una cincuentena de escaños para PNV y Bildu y la jibarización del PSOE, cobran aún más sentido las recientes palabras del presidente del PNV y candidato a lehendakari, Íñigo Urkullu: "Con Artur Mas vamos a acordar recorrer juntos el camino del reconocimiento nacional". Un camino que si bien no es tan intenso en una Galicia donde el PP ha arrasado sí será aprovechado en el juego político autonómico por las fuerzas nacionalistas gallegas, básicamente BNG, para subirse al carro de una lucha en la que se considera no pueden quedarse atrás las autonomías históricas, las que accedieron por el artículo 151 de la Constitución. En las elecciones de ayer, y con el 75% del escrutinio, el PNV obtenía 27 parlamentarios y EH Bildu, 21 escaños, siendo prácticamente dos de cada tres votos para alguna fuerza nacionalista. En Galicia. El Bloque Nacionalista Galego se quedó con siete escaños, con el 89% escrutado. En ambos comicios, catalán y gallego, destacó el batacazo socialista. La próxima cita electoral será en Cataluña, el próximo 25 de noviembre, y ahí la única duda es con cuánto apoyo salda CiU su amenaza secesionista.