Elecciones Generales 20N
Rajoy supera a Aznar
Ha tenido que ser al tercer intento, pero al fin Mariano Rajoy ha superado el listón de la mayoría absoluta que dejó su mentor José María Aznar en el 2000: si en aquella ocasión, el PP lograba 183 escaños por 125 del PSOE, Rajoy ha conseguido 186 por 110 de Rubalcaba.
El vuelco ha sido esta vez rotundo, espectacular. Con todo, es pertinente recordar que ni Rajoy es Aznar ni 2011 es 1996. Y aunque no cabe duda de que muchos ciudadanos que se han inclinado por primera vez hacia el Partido Popular tenían en mente la buena gestión económica que realizó el PP al llegar por primera vez al poder -España se estabilizó en poco tiempo y consiguió cumplir los requisitos para ingresar en la Europa del euro con el grupo de países que lo hizo en primer lugar-, conviene significar ahora que esta vez el problema es más arduo, por lo que el milagro parece inimaginable. Primero, porque la deuda pública actual es muy elevada y resulta impensable que recurramos a más endeudamiento; tampoco nos llega ya el chorro generoso de los fondos de cohesión que entonces nos regalaba Europa; ya no se nos permite devaluar para conseguir competitividad -ésta se incrementó en cerca del 25 por ciento en los años anteriores al ingreso en el euro-; tampoco podemos recurrir a la masiva liberalización del suelo para impulsar el sector de la construcción, que quedará semiparalizado en tanto no consigamos deshacernos del stock; y, por supuesto, no podremos recurrir a los inmigrantes como mano de obra informal y desregulada para eludir la reforma laboral.
El ministro de Economía
Es muy probable que Rajoy, quien ayer pronunció un discurso de estado emotivo y conciliador, desvelará previsiblemente con rapidez el nombre de su ministro de Economía, consiga lanzar un plan de choque que nos dé mayor credibilidad en los mercados y que ponga en marcha un programa de reformas que nos permita la durísima consolidación fiscal que nos aguarda sin estrangular la economía y devolvernos a la recesión. Sin embargo, si alguien pensara que no nos espera un largo y empinado calvario se llevaría una profunda desilusión en el corto plazo.