Estados Unidos

Las primeras damas de EEUU que rompieron las reglas



    Muchas han sido las consortes de los presidentes norteamericanos a lo largo de la historia del país, pero solo unas pocas han pasado a formar parte de la memoria popular por un insólito carisma capaz de trascender el papel de mero acompañamiento conyugal.

    Michelle Obama, primera dama durante los últimos cinco años, encarna a la perfección la imagen de una esposa de presidente respetada y admirada por las familias de Norteamérica. Su ascendencia de esclavos del sur, la 'etiqueta' de primera afroamericana en la Casa Blanca, su formación académica y vida de madre trabajadora facilitaron el beneplácito de los ciudadanos norteamericanos.

    Pero Michelle ha demostrado carácter suficiente y maneras rotundas que huyen del segundo plano. Además de desplegar una imagen exquisita marcada por la elegancia, la esposa de Barack Obama realiza un papel muy influyente al colaborar con numerosas campañas relacionadas con la salud y los buenos hábitos alimenticios para las familias. Recientemente, se ha estrenado hablando en español en un programa de televisión sobre alimentación saludable.

    La abogada todavía no ha protagonizado una sola polémica de la que no haya salido airosa. Incluso su ruptura protocolaria con la reina de Inglaterra fue recibida por el público como un soplo de aire fresco ante las férreas reglas de la Monarquía británica.

    El carisma de Michelle Obama y su influencia en Norteamérica abren paso a un recordatorio de otras figuras consortes que, como ella, rompieron las reglas y las expectativas -rasas- que la política estadounidense les ha atribuido.

    El ejemplo de Roosevelt

    Eleanor Roosevelt, esposa del presidente demócrata Franklin Roosevelt durante la agitada época de la II Guerra Mundial, es una de las primeras damas más populares y admiradas en la sociedad estadounidense. Con un alto perfil académico, Eleanor fue escritora, diplomática y activista por los Derechos Humanos. Jugó un papel clave en la aprobación de la Declaración Universal de DDHH de Naciones Unidas. Participó muy activamente en el movimiento feminista en EEUU y nunca abandonó la vida pública del país.

    Mostró una fuerte personalidad al oponerse a su marido en algunas de sus decisiones tomadas durante la II Guerra Mundial, como el internamiento de más de 100.000 japoneses. Eleanor Roosevelt también encarnó el ejemplo de responsabilidad ante el país, cuando, a la muerte de su marido, realizó una primera llamada al vicepresidente Harry Truman para informarle de la situación.

    Jacqueline Kennedy representa la quintaesencia del 'glamour' en la política estadounidense y fue la primera dama de mayor relevancia internacional. Ejerció como tal desde 1960, elegido presidente su marido, John Fitzgerald Kennedy, hasta su asesinato el 22 de noviembre de 1963.

    El hechizo de Jackie Kennedy

    La sociedad estadounidense se rindió a su hechizo, y la convirtió en icono de moda y en símbolo para las mujeres de la época. El estilo y la imagen de Jackie era imitado sin tregua, en contraposición al de Marilyn Monroe, la otra mujer más atractiva y deseada en estos años a nivel mundial.

    Pero el 'glamour' de la esposa del carismático presidente no estaba ligado exclusivamente a su gusto por la moda y el diseño francés. Jackie Kennedy dejó un sello propio en la Casa Blanca dotando a la institución de una faceta artística, bohemia y refinada, e inauguró una época nunca conocida anteriormente de exclusivas cenas con artistas y músicos, desarrollando una importante vida social y cultural.

    Una republicana contra el mundo

    Betty Ford, menos conocida a nivel mundial, jugó un interesante y recordado papel como primera dama estadounidense entre los años 1974 y 1977 junto al presidente Gerald Ford, del Partido Republicano. Ford ha sido en ocasiones comparada con Eleanor Roosevelt por su activismo político y social, y se desmarcó de la familia republicana con algunas posturas muy alejadas del tradicional conservadurismo de la formación: militó en favor del aborto, el sexo prematrimonial, participó en el movimiento feminista y por la igualdad de derechos.

    Fue la primera esposa de presidente de EEUU en concienciar a la población sobre el cáncer de mama, tras haber sufrido una mastectomía.

    Actriz antes que primera dama

    Nancy Reagan, consorte del exactor reconvertido en presidente Ronald Reagan entre 1981 y 1989, supuso otro extraño caso dentro del Partido Republicano. Actriz del cine de Hollywood de los años cuarenta y cincuenta, Nancy vinculó su relevancia en la política estadounidense más a la polémica influencia que ejercía sobre su marido que a su actividad pública y social.

    Reagan consultaba con su esposa los nombramientos, también en el terreno diplomático, en el que su opinión era clave para tomar las decisiones. Protagonizó una conocida controversia al trascender que consultó a un astrólogo asuntos de agenda del presidente tras el atentado que padeció el exintérprete.

    Su único acto político conocido fue el desarrollo de una campaña contra la droga.

    La 'excelencia Clinton'

    Hillary Clinton, años después, volvía a ofrecer una imagen pulida como primera dama, y en su caso, la excelencia marcó su imagen. Clinton ha sido considerada una de las mujeres más inteligentes de EEUU.Licenciada en Derecho por la prestigiosa Universidad de Yale, Hillary desarrolló una importante carrera como abogada, que la condujo al Congreso como asesora legal. Fue dos veces nombrada como una de los cien letrados más influyentes del país.

    Como esposa de Bill Clinton durante su etapa de gobernador, Hillary puso en práctica estrategias de gestión política y trabajó en programas relevantes, referidos a sanidad y educación. Adoptó un perfil alto como primera dama, desplegando diversas iniciativas y teniendo un papel importante en la aprobación de planes de seguros médicos infantiles y de adopción.

    El escándalo del 'affaire' de su marido con Monica Lewinsky supuso una mancha en un expediente impecable en el que no había lugar para la vida privada. Sin embargo, Hillary se sobrepuso a la delicada situación con creces, y ocupó posteriormente el cargo de senadora por Nueva York, candidata a la Presidencia de EEUU en las elecciones de 2008 y secretaria de Estado en la primera Administración Obama.