Editoriales
Esperando a Alemania
Los alemanes lo llaman gripe de verano, un pequeño resfriado que no pone en riesgo ni la salud del país ni la salud de Europa. Pero los datos son tozudos y son estos datos, los de la OCDE, los que dicen que Alemania, la locomotora que ha tirado de Europa durante la crisis, ha echado el freno. Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, el país germano es la economía desarrollada que menos perspectivas de crecimiento presenta. El informe añade un estancamiento en el resto de los países. Pero preocupa Alemania.
Algunos expertos auguran incluso que pueda haber una contracción en los datos del PIB del segundo trimestre. Estos datos importan porque lo que pasa en Alemania pasa en el resto de Europa. Los conflictos geopolíticos de los que hablara la semana pasada el presidente del BCE, Mario Draghi, han hecho mella en sus cuentas. Su crecimiento se estanca por la crisis de Ucrania y las sanciones económicas a Rusia. De hecho, unos 300.000 empleos alemanes dependen del comercio con el país ruso. La industria disminuye su velocidad, la confianza de las empresas se ha deteriorado y tampoco las exportaciones, importaciones y ventas minoristas van bien. Ahora, los mercados internacionales miran al país con lupa.
Tras dos días de tregua en las bolsas, una alarma en Alemania podría ser la excusa para que los parqués volvieran a la senda bajista. El panorama es complicado para Alemania, para la eurozona y para España. Aunque los expertos sitúan a nuestro país por encima del conjunto de la OCDE e incluso de la media de la eurozona, lo cierto es que España forma parte de Europa. Sería una pena que los esfuerzos realizados durante estos últimos años se vieran afectados ahora por el parón de Alemania.