Volatilidad, movimientos abruptos, cambios continuos de tendencia... En lugar del esperado Rally de Navidad, el mercado ha entrado en una fase convulsa en el final del ejercicio que no hace sino endurecer las condiciones a quienes tratan de operar en él.
El fatalismo sigue instalado entre propios y extraños a pesar de algunos destellos alcistas en forma de rebotes esporádicos como el visto en la sesión del miércoles en Wall Street -en Europa apenas duró unas horas- o en la de ayer, en la que los principales selectivos de renta variable en EEUU lograron escapar a última hora de las pérdidas acumuladas durante gran parte de la jornada.