La depreciación del petróleo seguirá presionando a la baja los precios mundiales, lo que podría dar más espacio a la Fed para mantener los tipos en el mínimo histórico.
Esta semana ha tenido dos fases bien diferenciadas. Los primeros días estuvieron marcados por el eco de las palabras del presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, del viernes anterior. Los mercados se quedaron expectantes ante la posibilidad de una nueva batería de medidas monetarias de la entidad y se dispararon las compras de bonos soberanos.
La rentabilidad del título español a 10 años cayó por debajo del 2% por primera vez en su historia el lunes, y después perdió el nivel del 1,9%. La oleada de compras no se centró sólo en España, el resto de países periféricos también vieron importantes recortes de la rentabilidad exigida a sus títulos.
En la segunda mitad de la semana, el centro de atención se trasladó a EEUU. El desplome del petróleo provocado por la falta de acuerdo en la reunión de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) contribuyó a reducir las expectativas de inflación a medio plazo. La caída de los precios de los recursos energéticos tendrá un impacto global y supondrá un freno para la inflación de todos los países.
Los inversores estiman que así se abre una posibilidad de que la Reserva Federal mantenga los tipos de interés en mínimos históricos por más tiempo. El resultado fue claro: una caída de la rentabilidad del bono estadounidense a 10 años del 6,3% en la semana hasta el 2,16%. Esto significa que el título norteamericano se queda a un paso de sus mínimos anuales de octubre.