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Qué se esconde tras los exitosos fondos de rentabilidad objetivo

Ana Palomares
21:44 - 26/08/2013 | 07:06 - 27/08/13

Sólo en 2013 el patrimonio de los fondos buy and hold ha crecido un 200% después de que los bancos hayan acudido a ellos como alternativa los depósitos pero ¿son realmente una alternativa rentable?

El fin de los superdepósitos, al calor de la entrada en vigor de la Ley Linde, ha obligado a las entidades bancarias a reformular su estrategia comercial de cara esos inversores que buscan rentabilidad pero sin asumir riesgo. Los fondos se han convertido en el mejor aliado de los bancos para conseguir mantener el capital tras el vencimiento de los depósitos a los que han hecho frente los clientes. La primera opción fue ofrecer como alternativa el fondo garantizado, la segunda, los fondos de rentas y ahora la moda es vender fondos con rentabilidad objetivo, también llamados buy and hold.

El éxito de estos productos ha sido rotundo. Según los últimos datos de Inverco, correspondientes a junio de este año, los fondos de gestión pasiva, que son donde se incluyen los fondos de rentabilidad objetivo, han pasado de 99 a 133, lo que supone un incremento del 34% en 2013 y del 104% en los últimos doce meses. Además, su patrimonio ha aumentado de los 3.045 millones de euros a los 6.050 millones (un 200% más) sólo este año. No en vano, cuatro de los diez fondos más vendidos este año son fondos buy and hold, según los datos de Morningstar.

La gran duda está ahora en saber si son realmente una alternativa a los depósitos, como las gestoras quieren inculcar o si esconden letra pequeña, sobre todo teniendo en cuenta que muchos de estos fondos se ofrecen a los clientes de garantizados vencidos. De hecho, es la preocupación de la CNMV por evitar un nuevo caso preferentes lo que explica por qué el supervisor español ha solicitado a las gestoras que incluyan con letra mayúscula en sus folletos que las rentabilidades no están garantizadas.

Esta mayúscula que ahora exige la CNMV es principalmente la gran diferencia entre estos productos y los fondos garantizados o los depósitos. "No hay garantes que garanticen la rentabilidad como sucede con los garantizados pero lo que hacen es comprar bonos a vencimiento con un cupón determinado y en caso de que ninguna de esas emisiones quiebre y si el inversores mantiene el fondo a vencimiento, sí recibirá la TAE que aparece en el folleto", afirma Ricardo Sánchez Seco, analista de fondos de Gestiohna.

De esta manera, las gestoras se ahorran el coste de tener que contratar a un garante que vele porque la rentabilidad que se le promete al partícipe en el folleto se cumpla. Un coste que en la mayoría de los casos no asume la gestora sino el inversor, lo que explica en parte las altas comisiones que soportan los fondos garantizados. "Los bonos ya no se aprecian tanto como antes y a las rentabilidades que dan hay que quitarles las comisiones, lo que disminuye mucho la rentabilidad que se puede obtener", afirma Carlos Moreno, analista de Inversis. De hecho, muchos de los garantizados que han vencido este año han sido incapaces de dar una rentabilidad superior al IPC, lo que se traduce en pérdidas reales.

La ausencia de cobertura permite además a las gestoras arriesgar algo más a la hora de componer su cartera. "Tienen más flexibilidad para invertir en bonos más arriesgados, como por ejemplo emisiones del FROB o deuda autonómica, que si tuvieran garante no se les permitiría ya que los garantes pocas veces están dispuestos a asumir esos riesgos", afirma Moreno. Sin embargo, ésta es un arma de doble filo ya que si bien esos bonos arriesgados pueden traducirse en mayores cupones, también aumentan el principal riesgo que tienen los productos buy and hold: el riesgo de quiebra de uno de sus bonos. "En los fondos de rentabilidad objetivo si el inversor los mantiene hasta vencimiento no hay riesgo de mercado, pero si hay un default sí que lo asume, mientras que con los garantizados es el garante quien cubre ese riesgo", asegura Sánchez Seco. Es decir, si el fondo invirtiera en 4 bonos y uno hiciera un default, el inversor asumiría una pérdida del 25%.

Pero las similitudes que se ven entre fondos garantizados y fondos objetivo son más que sus diferencias. Por ejemplo, ambos cobran importantes comisiones de gestión por gestionar más bien poco. "Las comisiones que cobran son más bien altas teniendo en cuenta que la única gestión que hacen es seleccionar una cartera de bonos", afirma Sánchez Seco.

Además, aunque por ser fondos de inversión deben tener liquidez diaria, lo cierto es que aquel que no esté dispuesto a esperar a vencimiento debe abandonar la posibilidad de contratar un producto de este tipo. Y es que la gracia de los fondos objetivo es que invierten un patrimonio x en unos bonos x cuando acaba el plazo de comercialización, por lo que cualquier entrada de dinero adicional o salida les obligaría a modificar su cartera. Es por eso que para evitar esta posibilidad incluyen elevadas comisiones de reembolso y suscripción. Por no mencionar que salir antes de tiempo del fondo puede suponer incurrir en pérdidas ya que ahí sí se tendría en cuenta la evolución en el mercado secundario de los bonos que se incluyen en la cartera, al igual que sucede con los fondos garantizados, además de asumir la comisión de reembolso. "El tema es mantener la inversión o no porque solo si la mantienes a vencimiento te llevas la rentabilidad", asegura Moreno.