Las mejoras de rating han llovido al otro lado del Atlántico, como síntoma de que las compañías se han fortalecido de cara a un escenario de tipos más altos.
La temporada de resultados está más que finiquitada. Y no sólo ha servido para aportar mayor visibilidad sobre los beneficios de las compañías para el conjunto del año, sino que se han destapado también otros argumentos para creer en Estados Unidos, pese a la corrección. Parece que las compañías norteamericanas han hecho los deberes en los últimos meses, no sólo porque hayan batido previsiones con sus beneficios, sino porque, además, han trabajado por mejorar su salud financiera.
El fin del QE2 se acerca, el ritmo del crecimiento económico ha vuelto a ponerse en entredicho (recientemente JPMorgan reconocía haber sido demasiado optimista con su previsión de PIB para el segundo trimestre en EEUU)... pero existe un buen caldo de cultivo: las compañías norteamericanas han aprovechado el escenario de bajos tipos de interés para desapalancarse y afrontar con menos deuda un entorno futuro de tipos más elevados.
Como consecuencia, las agencias de calificación crediticia se han lanzado a elevar los ratings de bastantes de ellas. Las estadounidenses, por lo general, han mejorado su nota durante la temporada de resultados, mientras que en Europa, han sido más las empresas que han bajado de categoría.
La agencia S&P, por ejemplo, ha mejorado el rating de 78 compañías estadounidenses (un 74% de las que ha revisado), mientras que dentro de las fronteras del Viejo Continente tan sólo 17 han logrado una mejora -por otras 40 que han recibido un recorte-. Además, no se trata de un movimiento aislado, sino que existe cierta unanimidad: las revisiones de Moody's también han seguido la misma tónica (casi un 70% de las revisiones han sido al alza al otro lado del Atlántico). Entre quienes han subido de categoría se encuentran Mattel, Lam Research, Dow Chemical, Macy's o Whole Foods en EEUU.