Tenemos a uno de los catalizadores que sacó a la bolsa de la tendencia bajista en 2009 seriamente tocado: a la banca europea. El mercado necesita un sustituto y tendrá que ser la economía.
No ha pasado nada inesperado y, sin embargo, han sucedido muchas cosas el lunes. La sesión de hoy ha sido especialmente importante. Primero, porque ha quedado del todo constatado que ya no basta con que se salga al rescate de un país de la zona euro para relajar los ánimos (el mercado teme que vendrán más); y segundo, porque ha dado en toda la diana de la banca europea.
El índice Dow Jones Stoxx bancario se ha quedado tambaleando a unos niveles que dejan abierta la puerte a más correcciones. Caídas que, desde luego, pondrían difícil a Europa subir de forma constante, dada la importante representatividad de la banca en los principales índices de la zona euro, especialmente los más débiles.
Tanto para el Ibex, como para el italiano MIB 30, como para Irlanda y Portugal, la banca supone más de un 30% del peso del índice. Y no sólo en ellos, sino también en el EuroStoxx 50. El Dax y el FTSE 100 se salvan, aunque en ambos casos el peso del sector financiero supera el 20%.
Pendientes del efecto que la debilidad europea pueda generar en Wall Street (el primer movimiento de las entidades financieras norteamericanas ha sido a la baja), y de si la crisis de la zona euro va a penalizar en primas de riesgo a la bolsa norteamericana, el único motivo que puede cambiar el aspecto de la bolsa a corto plazo es que lleguen esos catalizadores que desde hace tiempo les hemos comentados.
Y visto lo visto, que no es suficiente con los planes de estímulo de Bernanke, ni con que se constate que hay dinero para rescates, ni con que las empresas batan las previsiones. Todo eso ha pasado y ha provocado que por fundamentales las bolsas no estén caras. Lo único que parece cambiar el ánimo de la renta variable es la economía de Estados Unidos.
Pero se necesita una continuidad de datos positivos. Con el permiso de China, claro. Que como el gigante continúe anunciando medidas encaminadas a controlar su crecimiento, incluso podría no compensar.
En las últimas semanas hemos tenido algunos indicadores adelantados buenos. Pero el mercado no los ha comprado. El último índice de confianza de Michigan (el adelantado de noviembre) trajo una mejora superior a la esperada. La semana pasada el índice de la Fed de Philadelphia rompió las previsiones al colocarse en 20 puntos frente a los 5 esperados. Pero tampoco lo compró. Incluso se pasó por alto que las ventas minoristas en octubre crecieran más de lo previsto, un 1,2%.
Una parte del mercado especula con que esta manera de actuar por parte de Wall Street es un indicio de que no confían en que las medidas de estímulo de Bernanke tengan el efecto deseado: crear empleo y, por tanto, estimular el consumo de los norteamericanos. Luego, si no están confundidos, la solución será buscar respuesta en los datos. Y vienen muchos en el próximo mes (veánse los gráficos).
A corto plazo tendremos datos de PIB mañana, y algo que sí puede servir de indicador adelantado sobre cómo se palpa el ánimo entre el consumidor americano: los datos de ventas minoristas del Black Friday, que se conocerán el sábado. Pero quedan muchos más. Sólo este mes se publicará el gasto personal, el dato final de confianza de la Universidad de Michigan o el índice de confianza del consumidor.
Pero diciembre empezará más fuerte. Con la encuesta de empleo privado, el ISM Manufacturero, el incremento de las nóminas no agrícolas o el dato de paro.