Tal y como lo atestiguan los principios básicos de micro y macroeconomía -que suelen hacer una continua alusión a Adam Smith, el padre del capitalismo-, en una situación de libre mercado, la competencia entre los principales protagonistas de los sectores que lo componen es fundamental para su óptimo funcionamiento.
En su obra La riqueza de las naciones, Smith señalaba que la mejor regulación de la economía es la que efectúa "la mano invisible del mercado", en clara referencia a la competencia en las empresas. "La competitividad entre ellas [las compañías] es el sistema que mejor sirve a las necesidades de la sociedad", aseguraba.
Con esta afirmación, el economista y filósofo pretendía poner de manifiesto que las empresas, cuando se encuentran sometidas a un sistema de Libre Mercado han de hacer frente a la competencia, y que su éxito o fracaso depende de la aceptación de sus productos frente a dicha competencia.
De hecho es precisamente por esta competencia por lo que, a largo plazo, las empresas que satisfacen la demanda de los consumidores tienen éxito y aquellas que no lo hacen desaparecen y son remplazadas por otras. "El mercado es mucho menos eficiente cuando alguien puede imponer sus precios", asegura Juan Ignacio Crespo, analista económico y asesor del fondo de inversión Multiciclos Global de Renta 4.
La competencia en los países sometidos al Libre Mercado es de tal importancia, que se ha hecho vital la aparición de numerosos organismos de competencia que existen para velar por los derechos y libertades de los ciudadanos y del resto de compañías en esta materia.
Sin embargo, como en toda lógica formal, siempre existen excepciones. En la actualidad abundan los sectores en los que un grupo reducido de compañías tiene más de un 50% de cuota de mercado del total de las ventas que se realizan en él.
Es lo que en términos técnicos se conoce como un oligopolio. Se trata de una situación del mercado en la que el número de vendedores es muy reducido, de manera que controlan y acaparan las ventas de determinados productos de forma casi unánime.
"Es una situación de mercado cada vez más común. Y esto es algo que se explica por la capacidad de expansión de las empresas que forman parte del mercado. Su internacionalización favorece una atomización en compañías cada vez más grandes que han decidido crecer de manera orgánica", explica Miguel Ángel Bernal, profesor y coordinador del Departamento de Investigación del Instituto de Estudios Bursátiles (IEB).
Existen una serie de catalizadores que favorecen que la amalgama de pequeñas empresas se acaben convirtiendo en grandes compañías y "se genere un microclima de concentración en determinados sectores", analiza el mismo experto. "Me refiero a grandes requerimientos de capital que actúan como barrera de entrada para las compañías más pequeñas, a barreras tecnológicas (es el caso de Apple y Samsung), o incluso a temas de regulación", afirma.
En este sentido, "sí que existen oligopolios nuevos en el mercado, como es el caso de Apple y Samsung. De hecho, me atrevería a decir que es más propicio que se den en el terreno de las nuevas tecnologías que en el sector industrial en la actualidad", analiza Crespo quien asegura, como Bernal, que en sectores diferentes al industrial es más fácil entrar a competir porque se requiere menos capital. Sea como sea, los ejemplos más representativos de empresas que se encuentran en esta situación entre las grandes cotizadas mundiales se ven sectores como el aeronáutico (con Boeing y Airbus), en el cervecero, el tabaquero, el tecnológico y el automovilístico.
Si hay dos compañías que durante el primer trimestre del año estén acaparando la atención de propios y extraños en el mercado de renta variable, esas son Airbus y Boeing. Los títulos de ambas firmas se posicionan entre los que más suben en bolsa en lo que va de año en el EuroStoxx y en el Dow Jones al revalorizarse más de un 30% desde el primero de enero.
Un comportamiento que no es de extrañar. No en vano, sus acciones han registrado alzas en bolsa en nueve de los últimos diez años, algo poco común en el mercado bursátil. Y siempre lo han hecho de la mano.
En lo que va de siglo, sus acciones casi siempre han cotizado en la misma dirección. De hecho, el único año en el que su cotización no estuvo correlacionada fue en 2006, cuando los títulos de la firma europea se desmarcaron de la tendencia alcista marcada por Boeing en aquella época.
Según los datos recogidos desde Bloomberg, la cuota de mercado conjunta de ambas compañías dentro de su industria ronda el 98%. Un porcentaje que siempre ha sido elevado pero que se ha ido incrementando en la última década. No en vano, en 2009, la cifra apenas superaba el 85%.
Sus recomendaciones de compra es una de las más claras del mercado y su potencial, sobre todo en el caso del conglomerado europeo, es muy elevado.