El que parecía que iba a ser uno de los ejercicios bursátiles más placentero de los últimos años -así lo pronosticaron numerosas gestoras y casas de análisis en enero- está dejando pérdidas en las carteras de renta variable de la gran mayoría inversores, incluidos los más avezados.
Y eso es algo que las firmas que se habían decantado por salir a bolsa en 2018 están notando. Estas firmas, que buscan ser partícipes de las ventajas de cotizar en bolsa como el acceso a una financiación continua o la mayor proyección de la compañía, persiguen tradicionalmente hacerlo en un contexto de menores turbulencias y de mayor tranquilidad de mercado para resultar así más atractivas para sus inversores.