Los inversores más jóvenes y el nuevo clima político exigen transparencia, una mayor sensibilidad hacia las cuestiones climáticas, laborales... y el rechazo de la corrupción. En definitiva, exigen que su dinero y sus ahorros crezcan, pero que lo hagan bajo un ideal de desarrollo sostenible.
Estas nuevas demandas han derivado en una sorprendente tendencia de inversión, que se está poniendo muy de moda, y que lleva a los gestores a seleccionar compañías que cumplen con criterios socialmente responsables.