La elevada exposición de la banca española a la deuda portuguesa es hoy su lastre. Pero si el panorama para la deuda cambia, puede convertirse en un aliado.
Aunque el foco de atención principal sigue siendo la tragedia en Japón, el mercado está poniendo en precio estos días muchas otras cosas. Las más importantes estratégicamente, que nos pueden invitar incluso a abrir estrategias en deuda, son las nuevas expectativas de inflación a largo plazo.
Pero, con ello, también se está reflexionando sobre que los inversores saben que este año se acaba el dinero barato (la Fed ya no ve tantos peligros para el crecimiento y Trichet ya ha dicho que va a subir los tipos de interés) y está calando la idea de que Europa está dispuesta a apoyar a los países miembros con problemas para colocar deuda.
Este nuevo escenario tiene repercusiones más allá de las bolsas. El cierre del grifo del dinero (más todavía porque la propia situación de Japón pone trabas a los inversores acostumbrados a realizar allí 'carry trade') puede estar repercutiendo en la caída de las materias primas. Aunque el petróleo es otra historia, porque él está presionado, también, por los problemas de los países árabes.
Esas caídas, por una parte, provocan que las presiones inflacionistas se relajen. Algo que incentiva la huida hacia los bonos. A la vez, la expectativa de que el precio del dinero comience a subir, genera dudas sobre cómo se lo van a tomar las economías. Algo que aminora la sensación de que a largo plazo los tipos de interés pueden subir de forma muy importante... y eso repercute en los bonos.
Como sabrá, la deuda a largo plazo, ya sea europea, ya sea norteamericana, está cambiando su comportamiento poco a poco. Los inversores están comprando. Algo que provoca que caigan las rentabilidades y suban los precios. Hoy vuelve a suceder. Con una excepción: Portugal.
La rebaja de calificación crediticia que ha sufrido hoy el país luso, le ha puesto las cosas más difíciles para colocar deuda hoy y, a la vez, está provocando que se vendan bonos a largo plazo portugueses. Algo que está afectando a nuestros grandes bancos.
Si el Ibex ha sido buena parte de la mañana de los peores índices europeos, con las entidades financieras sufriendo especialmente, ha sido por la exposición que tiene a este país y de la que el mercado acaba de recibir una actualización.
Ayer el BIS (Banco Internacional de Pagos) publicó la exposición que los bancos de los países europeos tienen a la deuda periférica (los datos no son excesivamente actuales porque se refieren al tercer trimestre de 2010, pero son los últimos disponibles) y la banca española controlaba en sus balances unos 108.000 millones de dólares de deuda portuguesa. La mayor parte de ese importe no es deuda soberana, sino deuda privada, pero se les castiga igual. Son las entidades financieras más expuestas de toda la zona euro.
Esta exposición es hoy un lastre, pero si el panorama para los bonos cambia de forma global (en la medida en que la rentabilidad de la deuda alemana continúe reduciéndose por compras, la portuguesa, a igual diferencial de riesgo, también debería notarlo si finalmente no llega el tan temido rescate), los bancos españoles deberían sacar partido de ello... siempre y cuando el mercado les juzgue igual que hasta ahora: sus inversiones ganarán valor.