El mal agudo de montaña, comúnmente conocido como mal de altura, es uno de los principales hándicaps para el alpinista que se adentra más allá de las fronteras de la biosfera.
La disminución de la presión del oxígeno provoca que, en cada respiración, una menor cantidad de este gas entre en nuestro organismo, llevándolo en las grandes montañas a límites cercanos a la imposibilidad de la vida.