El mercado es un juego basado en el anticipo y los descuentos que casi siempre va por delante de la economía real. Por eso las previsiones tienen un impacto tan grande en el valor de los activos. Hace ya más de tres meses que comenzó la crisis bursátil del Covid-19, que será recordada por su celeridad en todos los aspectos. Apenas bastaron un par de semanas para que las bolsas corrigiesen una gran parte de sus ganancias de los últimos años a medida que las previsiones apuntaban a la mayor crisis económica desde la de 2008, o incluso peor en según qué sectores.
Poco después, terminó el primer trimestre del ejercicio y las compañías comenzaron una temporada de resultados que se preveía catastrófica. De hecho, muchos analistas apuntaban a que podría ser el catalizador que llevase a las bolsas de nuevo a los mínimos de marzo si no se cumplía con los pronósticos que, ya de por sí, eran muy pesimistas. Desde Natixis señalan cómo ha cambiado esto en las últimas semanas "de preguntarnos si volveremos a los mínimos a cuestionarnos cuánto queda de ascenso. Esto puede mantener a flote los activos de riesgo durante el verano pero el apetito inversor puede desaparecer a medida que el cuadro completo de daños económicos se vaya perfilando".