Buscar
última Estrategia
Recomiendo cerrar Trigano salvo que se asuma un stop en los 94,40 euros

Una semana después de las medidas del BCE sus efectos empiezan a desvanecerse

Janette Recarte
17/05/2010 - 18:50
  • Las tensiones en la renta fija se relajan, pero no se calman
  • Lo que no se puede parar es la caída del euro, que puede ir a la paridad

Puede que el BCE, el FMI y las autoridades europeas hayan conseguido reestablecer la paz en los mercados tras activar el plan de rescate a Grecia e implantar medidas extraordinarias para reforzar el euro. Pero no se engañe, la bestia de la incertidumbre tan sólo está dormida y amenaza con despertar ante la difícil situación a la que se enfrenta la zona euro.

El continuo encarecimiento de la protección frente a un posible impago de algún eurosocio y el repunte de la rentabilidad de los bonos demuestra que la situación no está controlada y que otro foco de preocupación está empezando a hacer mella en el ánimo de los mercados.

Después de todo, y aunque las decisiones tomadas el pasado el 9 de mayo fueron del agrado de los inversores (el lunes se experimentó la distensión en renta fija y la revalorización en la bolsa más abrupta del año), los principales semáforos de la deuda soberana han sido incapaces de regresar a niveles normales por debajo de la media anual y empiezan a dar señales de repunte.

De hecho y como señala José Luis Martínez, analista de renta fija de Citi: "No creo que las medidas tomadas hasta ahora hayan conseguido calmar el mercado. Es preciso ser más persistente dado que nos domina la liquidez y el pánico en estos momentos", señala. Palabras que confirman la evolución de los seguros contra impago (CDS) de los países con problemas -Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España- que no han dejado de encarecerse desde el 12 de mayo, dos días después de que el mercado asumiera las nuevas medidas.

Así, los CDS de España se revalorizan hasta los 167 puntos porcentuales, cuando la media anual se sitúa en torno a los 123 puntos y tras conocerse las medidas tomadas por las autoridades europeas y el FMI alcanzó los 126 puntos. Algo similar sucede con Grecia, donde los seguros por impago escalaron hasta los 613 puntos cuando el pasado lunes recortaron hasta los 523 puntos básicos -la media anual se sitúa en los 409 pb-. O en el caso de Portugal, que se sitúan en los 245 puntos básicos, muy por encima de su media anual.

Lo mismo sucede en el mercado de los bonos. Los inversores están optando por deshacerse de los activos de renta fija de los países con problemas financieros de la Unión Europea, lo que se tradujo en un recorte en el valor de los bonos a 10 años y un repunte de la rentabilidad. Así, el bono a 10 años de España superó el 4% cuando el máximo anual es del 4,43%, lo que supone un encarecimiento de la financiación para el país ante el incremento del diferencial con los bonos alemanes.

España tiene que pagar una prima por el riesgo que deben asumir los inversores de 112 puntos básicos por encima de la rentabilidad de la deuda soberana alemana, considerada la más segura de la zona euro. Lo que, aunque está por debajo de su máximo anual de los 164 puntos, todavía está lejos de la media anual de los 81 puntos básicos. Malas noticias para el Tesoro español, que pretende colocar 9.000 millones de euros de deuda esta semana a través de letras a 12 y 18 meses, y obligaciones a 10 años con un cupón del 4%.

La tendencia alcista en la rentabilidad de los bonos continúa también entre los eurosocios problemáticos, siendo Irlanda la única que se desmarca ligeramente. Es el único del conjunto que a pesar de las ventas de bonos irlandeses a 10 años, mantiene una rentabilidad en torno a la media anual de 4,73%.

Siguiente foco de preocupación

Mientras que los problemas de solvencia en el corto plazo han sido cubiertos con el fondo europeo dotado con 750.000 millones de euros, ahora toman relevancia las dificultades a largo plazo. Y es que "las medidas que se están tomando para asegurar el futuro del euro y evitar la quiebra de algún euromiembro, está siendo muy alto, como se puede ver por el tamaño del paquete de rescate, y existen implicaciones negativas para el futuro", señala Ian Stannard, analista de BNP Paribas.

Por un lado, existe la posibilidad de que a pesar de las ayudas y del plan de austeridad, Grecia siga siendo incapaz de hacer frente a sus compromisos financieros de aquí a tres años, junto a algún otro país que se declare incapaz de pagar sus deudas. Lo que llevaría a nuevos rescates o a la reestructuración de la propia deuda de estos países. Asimismo, las medidas que se han tomado para el corto plazo afectarán negativamente en el crecimiento de la región, lo que podría incluso llevar a una nueva recesión económica. Después de todo, el desarrollo de países como España se han basado en gran medida en la inversión pública por lo que un recorte en este aspecto supondrá una caída de la economía.

Sin embargo, mientras que la primera preocupación sólo el tiempo la responderá, es importante matizar la situación para los próximos meses. "Existen aparentemente dos objetivos divergentes en el corto plazo para la zona euro. Por una lado está el crecimiento económico, y por otro el ajuste fiscal", señala José Luis Martínez, analista de renta fija de Citi. Pero más que elementos divergentes, se trata de dos aspectos de la misma moneda que son necesarios llevar a cabo para poder salir exitosamente de la crisis.

Después de todo, "para potenciar el crecimiento de un país o de la región, es necesario acompañarlo de medidas estructurales como la liberalización del mercado laboral" que refuercen la credibilidad de los países. Dos aspectos que se necesitan para hacer frente a las dos grandes amenazas de la Unión Europea: crecimiento bajo y un elevado déficit.

Paridad para el euro

Mientras tanto, la moneda única sigue siendo la principal damnificada de la crisis griega. El euro se deprecia fuertemente con respecto a las principales divisas del mundo, mientras que la caída supera el 14% con respecto al dólar y al yen en lo que va de año, hasta alcanzar su nivel más bajo desde 2006 al cambiarse por 1,23 dólares el euro. Y la situación no parece que vaya a mejorar. "La moneda única podría extender sus pérdidas en la medida en que los inversores abandonen la divisa ante la preocupación de que las medidas para reducir los déficit públicos en Europa podrían iniciar una nueva recesión", explican desde Commerzbank AG.

Ya son cada vez más los analistas que señalan que la paridad euro-dólar es posible, algo que no sucedía desde 2002. La firma alemana UBS AG señala en un informe que el euro se depreciará hasta los 1,15 dólares la unidad e incluso BNP Paribas señala que la paridad se podría ver en marzo del año que viene. Evolución que tendría lugar en un entorno donde la economía estadounidense continuaría reforzándose y con él, el dólar, mientras que la zona euro ralentizará su recuperación ante los problemas financieros de algunos de sus miembros.

Mientras tanto, puede que en el corto plazo un euro bajo beneficie a los principales motores europeos y a las empresas en la medida en que abaratan las exportaciones. Pero "las ventajas competitivas derivadas de la depreciación del euro son insignificantes en términos de deterioro de la confianza que supone un euro en caída libre", matiza Martínez.