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El resplandor de las materias primas desluce la idea de la deflación

Ana Palomares
19/08/2010 - 9:03

En las últimas semanas no ha habido periódico, analista o economista que no haya avisado de la amenaza de que la deflación que vive desde hace más de una década Japón se extrapole al resto del mundo. Sin embargo, aunque hay señales que lo indican, como por ejemplo la compra masiva de bonos , también hay otros mercados que ponen en tela de juicio que esa caída generalizada de los precios se produzca finalmente. Una de ellas es el comportamiento de las materias primas.

"La idea de deflación no encaja ni con el comportamiento de las materias primas ni con el del petróleo. Sí es posible que estemos en desinflación pero no en deflación", afirma Alain Galibert, socio de Bolságora.

Es sencillo. Si se descontara un entorno deflacionista, esto implicaría una caída generalizada de la demanda de materias primas y por tanto de su precio. Y desde que James Bullard, presidente de la Reserva Federal de San Louis, alertara de que EEUU está cada vez más cerca de la deflación (fue el primer aviso) hace casi un mes, el precio de las materias ni se ha inmutado. Incluso, muchos de estos activos han registrado máximos.

Por ejemplo, el oro, metal al que siempre recurren los inversores para cubrirse de los riesgos inflacionista, ha recuperado su tendencia alcista. En el último mes el precio de la onza de oro ha pasado de 1181 a 1228 dólares, por lo que se sitúa por encima de su media anual. Además, el consenso de Bloomberg estima que el metal se mantendrá en estos niveles de aquí a finales de año. Quizá por ello no son pocos los gurús que han aumentado su exposición a este metal precioso.

También positivos son con otras materias primas. Con la excepción del trigo, a quien el recorte de las exportaciones anunciado por Rusia, uno de los máximos productores, llevó a máximos en más de 15 años (815 centavos por bushel) agotando así su recorrido alcista; el resto de materias primas presenta muchas expectativas de apreciación. Por ejemplo, el aluminio, muy ligado al sector industrial, se espera que cierre el ejercicio a un precio de 96,50 centavos por libra, lo que supondría una apreciación del 1 por ciento.

El crudo no se inmuta

Caso aparte merece el petróleo. En un contexto de deflación sería una de las materias primas que se vería más perjudicada. No en vano, la demanda caería estrepitosamente y con ella su precio. Sin embargo, no parece sentirse amenazado. En el último mes se ha movido en un rango lateral entre los 70 y 80 dólares y se espera que el barril de Brent, de referencia en Europa cierre 2010 a un precio de 80 dólares, lo que aleja la idea de deflación y acerca la posibilidad de que la economía se enfrente a una desinflación.

"Está claro que a los emergentes no están en un contexto de deflación y en Europa y EEUU tampoco lo vemos aunque se de una ralentización de la economía", afirma Daniel Aymerich, analista de Inversis.

No es el único indicador de desinflación

Pero además de las materias primas hay otros indicadores que no cuadran con un escenario de deflación. Uno de ellos son los datos macroeconómicos. En Europa el IPC sigue registrando tasas positiva , así como en EEUU. Es cierto que en este país la tasa de ahorro está en sus niveles más altos de mucho tiempo pero la confianza del consumidor parece que empieza a remontar. Por ejemplo, el último dato de la Confianza del consumidor de la Universidad de Michigan subió más de lo esperado, y ISM manufacturero también. Además, está es precisamente el miedo a que esa deflación llegue lo que impedirá que lo haga. Bernanke no quiere que EEUU sea Japón y hará todo lo posible por evitarlo. De hecho, acaba de anunciar la deuda pública para frenar la caída de la economía.

"Es más probable que haya una alta inflación que una deflación porque la Fed es más partidaria de implantar más políticas de estímulo de la economía", afirma Michael Pond, estratega de Barclays a la cadena CNBC.

Por último también hay que tener en cuenta que en un entorno de deflación, el mercado descontaría una caída de los beneficios como consecuencia de la caída de precios a la que deberían de hacer frente y de la restricción de crédito para acometer nuevos proyectos. Pero, de momento, el escenario futuro que manejan los analistas es muy diferente. Según el consenso de analistas que recoge Factset los beneficios de las compañías europeas y estadounidenses crecerán dos dígitos tanto en 2010 como en 2011 y 2012.