El Banco Central Europeo (BCE) ha adoptado decisiones históricas en los últimos años y que todavía están en marcha, pero toda su política monetaria de emergencia que quedará ensombrecida en la reunión de mañana por la crisis del euro.
El Gobierno heleno ha anunciado esta mañana que los bancos del país seguirán cerrados hasta el viernes a la espera de conocer si el BCE empieza a abrir el grifo de la liquidez a las entidades. Si el Parlamento griego aprueba hoy las exigencias impuestas por las instituciones antes conocidas como troika, el país se habrá plegado a las demandas de sus acreedores y, por tanto, estará camino de firmar el tercer rescate. Esto significa que Fráncfort tendrá sobre la mesa todos los requisitos para empezar a recuperar todas las líneas de financiación de las que ha privado al país.
El primero es la liquidez de emergencia ELA, que congeló hace dos semanas y media y que podría reactivar mañana. La segunda es volver a aceptar los colaterales de deuda griega en sus operaciones ordinarias de descuento de liquidez, que dejó de aceptar a finales de febrero ante la falta de acuerdo del Gobierno de Syriza con los acreedores. Por último, tendrá que empezar a comprar bonos del país dentro de su programa de compra de deuda pública. Grecia, junto con Chipre, son los dos únicos estados miembro en los que el BCE no está comprando deuda soberana, ya que la entidad se ha marcado como límite comprar un máximo de un tercio de la deuda de cada emisor. De los dos países ya tiene más deuda que este límite del 33%, ya que participó en sus rescates, pero en el caso de Grecia, cuando venzan los 3.400 millones de euros que tiene que devolver al BCE el 20 de julio, bajará de ese techo y, por tanto, podría volver a comprar sus bonos.
Al margen de Grecia, los líderes del BCE tendrán otros temas sobre los que discutir. El primero, y más importante, es la continuidad del programa de compra de bonos, el QE. El jefe de operaciones de la entidad en cuestiones de mercado, Benoit Coeuré, anunció en abril que la entidad podría adelantar sus compras a mayo y junio para evitar así el momento de iliquidez de mercado que suele producirse en julio y agosto.
Al final no lo hizo, por lo que surge una pregunta: ¿podrá alcanzar su objetivo de adquirir 60.000 millones de euros de bonos al mes hasta septiembre? El presidente de la entidad, Mario Draghi, tendrá que responder a esta cuestión durante la rueda de prensa.