Cuando un activo estratégico se deprecia un 50% y su principal beneficiario está en una situación deudora, no hace falta ser un visionario para advertir problemas. La sombra del impago se cierne sobre estados, como Venezuela o Rusia y empresas como la brasileña Petrobras y algunas de ingeniería de fracking en EEUU.
27 de noviembre de 2014: la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) concluye su reunión sin un acuerdo para reducir sus cuotas de producción de crudo y, con su clausura, también se cierran las esperanzas de algunos actores de poder hacer frente a sus obligaciones. El petróleo viviría ese día una de sus caídas históricas y abriría un nuevo escenario de depreciación que ha llevado al barril de referencia en EEUU, el West Texas, a cotizar por debajo de 50 dólares.
Muchos países productores empiezan a estar acorralados en esta guerra del petróleo y buscan una ofensiva a la desesperada elevando sus niveles de producción y compitiendo en precios, como ha hecho Rusia e Irak durante el mes de diciembre. Una estrategia que ahoga más al conjunto de actores del mercado y que alivia el coste del invierno de los consumidores. Muchos estados empiezan a verse con la deuda al cuello y las agencias de calificación han empezado a alertar de sus problemas. "Se han cometido excesos y muchos pueden empezar a pagarlo", apuntan fuentes del mercado. Las grandes agencias de rating se han centrado en Rusia y principalmente, en Venezuela.
El pasado 18 de diciembre Fitch rebajó la calificación de Venezuela en dos escalones, desde B- hasta CCC el último escalón antes del impago, por su parte, S&P ya se lo había rebajado hasta CCC+ el 16 de septiembre. Las tres grandes agencias creen que hay muchas posibilidades de que Caracas haga un impago en los próximos meses, pero no son los únicos. "Venezuela está al borde del default, creo que es inminente", advierte Rodrigo Villamizar, profesor del IEB y experto en el mercado de petróleo.
Standard & Poor's puso el rating de Rusia en perspectiva negativa el pasado 23 de diciembre y, teniendo en cuenta que se sitúa solo un peldaño sobre el bono basura, podría perder el grado de inversión en los próximos meses. Las tres agencias tienen su calificación en perspectiva negativa. Moodys, por su parte, rebajó su nota el pasado 17 de octubre hasta Baa2. En su caso, la posibilidad de ver un impago es menor, ya que el país ha acumulado un montante de reservas extranjeras superior a los 400.000 millones de dólares, volumen suficiente "para hacer frente a sus pagos durante dos o tres años", explica Villamizar.
Estados Unidos provocó un cambio radical en el mercado global de petróleo con la irrupción de la técnica del fracking, lo que ha provocado un exceso de oferta que ha contribuido al desplome de los precios. Con el barril por debajo de 50 dólares, son muchas las zonas geográficas en las que la extracción de crudo provoca pérdidas. Si las empresas que se han endeudado en sus inversiones ven cómo se seca su flujo de caja, podrían tener problemas serios para hacer frente a sus pagos. Moody's cree que las compañías extractoras reducirán sus niveles de inversión para intentar hacer frente a sus deudas, lo que tendrá un gran impacto sobre las empresas de servicios petrolíferos, que es el sector donde reside el mayor temor al impago. Se trata de compañías que proveen materiales, tecnología y apoyo humano para las empresas productoras de petróleo.
El sector de la extracción y producción de petróleo reducirá sus inversiones este año un 20% si el precio del medio petróleo se mantiene en los 75 dólares, calculan desde Moody's. Sin embargo, si el barril sigue por debajo de 60 dólares habrá "recortes más drásticos de entre el 30 y el 40%", indica la agencia. Para Moody's, las compañías más vulnerables serán aquellas con una posición de mercado débil, baja diversificación, concentración geográfica o costes financieros elevados.