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Brasil no puede frenar más al real que cae a mínimos de 12 años

25/03/2015 - 15:36

El país está al borde del bono basura, con el real en mínimos de 12 años y ahora el banco central quita el paracaídas que había puesto a la caída de la divisa.

Con mucha resignación, el Banco Central de Brasil (BCB) reconoció en la madrugada de ayer que no podrá seguir con las operaciones de intervención en el mercado de divisas para frenar la caída de su divisa, el real. La entidad empezó a intervenir a la divisa en el verano de 2013, cuando el real había caído a su cifra más baja desde 2008 frente al dólar. Un año y medio después, el BCB ya no puede sostener más la caída de la divisa y reconoce su retirada. La fuerza bajista del real ha sido tal que, pese a las intervenciones, la divisa se ha depreciado un 31% en este periodo y está ya en mínimos de 12 años.

Algunos expertos ya auguraban durante la semana que la entidad no podría seguir controlando la divisa. Se había convertido en un pasivo fiscal que se situaba en el entorno de los 114.000 millones de dólares, explicó Alberto Ramos, economista jefe de Goldman Sachs Group para Latinoamérica.

¿Cómo intervenía? La entidad realizaba subastas diarias de swaps para cambiar dólares de sus reservas por reales y así drenar oferta de reales en el mercado. Sin embargo, a medida que la entidad iba firmando nuevos contratos, sufría las pérdidas de la caída de su divisa, hasta un punto en el que el pasivo aumentó tanto que podría generar problemas para la entidad.

¿Quién para esto?

Brasil tiene por delante unos meses complicados. Si bien la caída de la divisa eleva la competitividad de las empresas del país, un descenso tan abrupto contribuye a deteriorar la balanza comercial, ya que las importaciones son más caras y, por este motivo, también aumenta la inflación. Credit Suisse ha elevado su perspectivas del IPC para este año hasta el 8,5% ante la caída del real.

Frenar la caída de la divisa se ha convertido en misión imposible para el Banco Central de Brasil. Además de las intervenciones en mercado, la entidad ha subido los tipos de interés hasta el 12,75%, el segundo nivel más alto del mundo. El objetivo es atraer ahorro exterior gracias a la alta remuneración que ofrece, pero los inversores temen que la caída de la divisa sea mayor y el resultado real sea negativo (escenario que es precisamente el que está ocurriendo). El problema de unos tipos de interés tan altos es que reduce la inversión real, ya que si una empresa tiene que conseguir un retorno superior al interés que tiene que pagar al banco, al final opta por ahorrar y no invertir.

En su objetivo por frenar la inflación y la depreciación de su divisa, la entidad está golpeando con crudeza a la economía. Los expertos creen que encara una larga y profunda recesión en los próximos trimestres. Muy poco tiene que ver el Brasil de hoy con el de los años 2000 en los que ganaba las competiciones internacionales para organizar las competiciones deportivas de mayor nivel, como el Mundial de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016. El país se convirtió en uno de los destinos preferidos para los inversores internacionales, que veían ganancias de capital por doquier mientras se firmaban contratos para ampliar las redes de autopistas, metro y estadios deportivos.

La depreciación de las materias primas ha supuesto el golpe definitivo para la maltrecha economía brasileña. Su balanza por cuenta corriente se ha deteriorado tanto que casi un 4% de su PIB se escapó del país en el tercer trimestre de 2014