La invasión de Ucrania fue la puntilla que puso fin a la tendencia alcista originada en los mínimos de marzo de 2020. Era evidente que esa tendencia iba perdiendo fuelle, como reflejaba hace semanas la debilidad de Wall Street, especialmente patente en la tecnología, pero todo apuntaba a que, no sin dificultades, podríamos haber tenido aún un año positivo para la renta variable antes de asistir a un proceso bajista como el que estamos inmersos actualmente, que debería servir para corregir gran parte de la subida que nació en los mínimos del Covid crash.
La pérdida de soportes que les sugería vigilar en los 4.000 puntos del EuroStoxx 50 y los 14.800 del DAX 40 alemán ya advertía de que algo se estaba torciendo, mientras que la cesión de los 3.600 en la principal referencia europea confirmó que no estábamos ante una corrección de orden menor sino ante un mercado bajista. Si analizamos situaciones similares en el pasado, puede verse que movimientos alcistas como el que desarrollaron las bolsas desde los mínimos de 2020 en la mayoría de casos precisaron ser desandadas alrededor de dos terceras partes antes de formarse un suelo y retomarse las subidas. Las caídas que han desarrollado las bolsas del Viejo Continente hasta el momento han servido para que se haya corregido la mitad de esa subida, por lo que aún me parece precipitado descartar la posibilidad de ver mayores descensos, que podrían llevar al EuroStoxx 50 a la zona de los 2.900/3.100 puntos, que coincide con la zona donde cotizaba antes de las vacunas contra la Covid19.