El entorno económico y político favorece una reacción a corto plazo, pero no tanto a largo y medio.
Con la corrección a punto de terminar -o puede que haya terminado ya- los inversores pueden verse tentados a aprovechar de forma agresiva la nueva ronda de estímulos que todo el mundo espera antes de fin de mes. Eso significa añadir activos de riesgo a la cartera, suponiendo que uno fuera lo suficientemente listo -o afortunado- para volverse defensivo en abril.
De hecho, hay poderosas razones para hacerlo: las valoraciones son atractivas, la bolsa y las materias primas están sobrevendidas y las rentabilidades de los bonos triple A están en mínimos históricos. Muchos índices han alcanzado niveles relevantes que facilitan los rebotes en un entorno de exceso de pesimismo. En resumen, mantener una actitud excesivamente defensiva puede no tener sentido, particularmente en vista de lo que se está cocinando en los bancos centrales.
Estoy entre los que piensan que puede ser el momento adecuado para tomar más riesgo si el mercado da la señal. Pero antes de apretar el gatillo, sugiero pensar sobre unas cuantas cuestiones que nos van a mantener ocupados en los próximos meses:
1. El crecimiento global está en peligro hasta un extremo que todavía es difícil de estimar. Lo que era inicialmente un problema europeo es ahora una ralentización sincronizada que está atenazando la economía global. Recordemos que se suponía que el crecimiento global iba a acelerarse entre estos momentos y finales de 2013. ¿Qué pasa si el crecimiento se desacelera? La cuestión es muy candente en EEUU, donde la renta familiar está perdiendo momentum a pesar de la caída de los precios energéticos. No podemos excluir que se pierda el apoyo del consumidor americano. Sería un serio problema para la economía global y una señal adelantada de recesión en Estados Unidos.
2. Doy por hecho que los bancos centrales van a intervenir de nuevo mediante la combinación de sus tipos excepcionalmente bajos y un Quantitative Easing adicional. Pero el rendimiento de los bonos está ahora en mínimos, y cada vez más gente reconoce que las políticas monetarias heterodoxas no serán eficaces sin el apoyo de un estímulo presupuestario masivo. Desgraciadamente, muy pocos gobiernos están comprometidos, o simplemente pueden, a entrar en este juego.
3. Los inversores están confusos con muy poca o ninguna confianza en la bolsa y una gran decepción por la política y los políticos. Una parálisis política sincronizada refleja una ralentización económica también sincronizada. Las instituciones europeas son lentas de movimientos , y Alemania todavía más. China, Japón y EEUU afrontan tiempos difíciles. Los inversores tienen muchas razones para cuestionar el liderazgo y la capacidad de los gobiernos para ofrecer políticas coordinadas. No es un entorno que facilita la toma de riesgo.
4. Las valoraciones son 'extremas' pero no tanto si miramos a los datos históricos. Las rentabilidades de los bonos son bajas pero pueden continuar en 'niveles insosteniblemente bajos' durante un largo período (como Japón). Mirando a la bolsa, los PER cotizan entre uno y dos puntos por debajo de los niveles anteriores a la corrección. Eso es barato, pero no tanto mirando a la tendencia o a los mínimos recientes.
A corto plazo, la mezcla de estímulos monetarios / fiscales y la sobreventa debería impulsar las bolsas al alza. Pero tengan presente la tendencia, porque cualquier rebote significativo (es decir un 7%-10% como mínimo) dejará vulnerables a las valoraciones. Eso tiene dos consecuencias para los inversores: a) Cuando eleven su exposición al riesgo, sean conscientes de que pueden estar operando contra la tendencia; y b) dense prisa en comprar para aprovechar la cercanía de los últimos mínimos (con unas ecuaciones de riesgo manejables)