Economía

Irlanda cumple un año de rescate con los deberes hechos

  • El débil consumo y la exposición a la demanda global lastran la recuperación


Irlanda cumple hoy el primer aniversario de uno de los episodios más humillantes de sus apenas cien años de independencia. Meses de defensa numantina encontraron su inevitable final con un rescate que, un año después, se consolida como el más exitoso de la Unión Europea.

La presión sobre la tozuda reticencia de Dublín a solicitar la ayuda dio paso a un paquete que, trimestre tras trimestre, está consiguiendo reanimar al Tigre Celta. Tras entrar en la UCI financiera aquejado de una dieta de ladrillo y préstamo indiscriminado, el país registra los mayores niveles de crecimiento desde 2007. El rumbo de reducción de déficit está encaminado y las posibilidades de regresar a final de próximo año a los mercados de deuda son cada vez más certeras.

El camino, sin embargo, aparece salpicado de sacrificios, tantos, que podrían convertirse, irónicamente, en nuevos nubarrones en el horizonte insular. Cumplir con los mandamientos de FMI-EU-BCE exige una severa austeridad que, inevitablemente, afecta al consumo interno. Los efectos de recortes de gasto y subidas de impuestos en las economías domésticas han provocado un descenso que, según el último dato, llegó al 2,6%; el peor de este año.

Sensible a oscilaciones

Irlanda es, además, especialmente sensible a oscilaciones en la demanda mundial, debido al peso de las exportaciones en sus hojas de balance. En consecuencia, la tormenta sobre la economía global no hace más que añadir incertidumbre en el paisaje de la recuperación irlandés.

La estimación de crecimiento para este año y el próximo se ha rebajado ligeramente, hasta el 1%, si bien, hasta ahora, su evolución desafía previsiones. La recaudación fiscal es superior a lo calculado, al igual que el PIB del primer semestre, óptimas noticias por cuanto las autoridades internacionales emplean esta variable para fijar los objetivos de déficit y deuda. La meta para 2012 pasa por reducir el agujero al 8,6%, paso importante para una economía que, cuando fue intervenida, registraba un 12%, disparado al 32 de incluir las coberturas de los bancos.

Y es que la metástasis irlandesa se originó en su sistema financiero. El peor error del Ejecutivo fue garantizar, allá por 2008, la integridad de las coberturas de entidades que pronto evidenciaron un estado de agonía capaz de contagiar al país en su conjunto. El epicentro en los bancos probó ser excesivo para un Gobierno que mantenía que contaba con financiación hasta junio de este 2011. Su exposición a a las deudas de los Allied Irish, Anglo Irish o Bank of Ireland ligaba inexorablemente la sostenibilidad del Estado al músculo financiero. De ahí su negativa inicial a solicitar un rescate.

Cinco días antes de hincar la rodilla ante Bruselas, el Ministerio de Finanzas aseguraba aún que las especulaciones eran "ficción" e insistía en canalizar las ayudas directamente al sector bancario. Una vía que habría evitado el escarnio de la injerencia comunitaria, pero que resultaba imposible, puesto que las partidas del Fondo de Estabilidad sólo pueden concederse a los gobiernos, que una vez recibidas deciden sus destinos. Y la provisión de liquidez a gigantes que habían succionado ya 130.000 millones de Fráncfort ya no era suficiente para recuperar la confianza.

Precio político

El mayor temor en Dublín era el precio político por las contraprestaciones, especialmente las jugosas ventajas fiscales de las que se había dotado para atraer inversiones. No obstante, a pesar de las duras condiciones para evitar su hundimiento, la UE y el FMI permitieron mantener el reivindicado 12,5% del impuesto de Sociedades.

Los números, de hecho, quedaron claros desde el principio. De los 85.000 millones de rescate, los prestamistas internacionales aportarían 67.500, con un interés inicial del 5,8% que, tras una ardua batalla, Irlanda logró rebajar. El resto vendría de dentro, con un plan para dejar el déficit en el 3% a final de 2014, y una víctima colateral adicional en forma de Gobierno, esta vez, ordenada por las urnas.

El ascenso de la coalición de centro-derecha en febrero supuso algunos ajustes en la hoja de ruta, pero la dirección es la misma, como confirmó el pasado octubre la rutinaria misión trimestral de la troika. El cumplimiento de las exigencias liberó un nuevo tramo del rescate, a la espera del impacto del Presupuesto que se presenta el 6 de diciembre.