"Cuanto peor, mejor para todos y cuanto peor para todos, mejor, mejor para mí el suyo beneficio político". Aquella confusa declaración de Mariano Rajoy puede resumir el balance del curso político. En el CIS, los ciudadanos no enmarañan tanto la realidad y califican a los líderes con suspensos imponentes. El año político que acaba nos deja a Susana Díaz derrotada, replegándose en sus cuarteles de invierno, mientras Pedro Sánchez se encumbra en el Olimpo del socialismo. También nos deja la que parece definitiva retirada de Esperanza Aguirre. El triunfo rotundo de Pablo Iglesias sobre Errejón. El rechazo de Ciudadanos a la socialdemocracia y, por supuesto, el advenimiento de la cárcel de Soto del Real como novísimo plató. El eterno retorno del "procés", por supuesto, y, de fondo, la herida abierta de una Venezuela que necesita menos gestos mirando hacia dentro de España y más acciones de apoyo hacia ella. Con los presupuestos aprobados y los de 2018 encarrilados, el PP puede presumir de haber levantado una legislatura que estuvo a punto de no nacer. Sin embargo, los buenos datos económicos que presenta el Gobierno, indiscutibles sobre el papel, tienen un claro contrapunto en la percepción general de que la recuperación no llega a la gente. Respecto a las pensiones, que serán noticia el curso próximo, el presidente ha optado por no concederle demasiada importancia: "No se puede gobernar pensando siempre en el siguiente cuarto de hora". Otra peculiar declaración sobre un aspecto que arrastraremos durante muchos millones de cuartos de hora. La "visita" de Rajoy a la Audiencia Nacional no ha provocado el 'tsunami' mediático esperado, ya que la corrupción en el PP es un asunto que, por largo y complejo, parece que la ciudadanía ha amortizado. Pese a ser una materia incómoda para los populares, no les herirá de muerte, aunque estén digiriendo ahora el susto en la tendencia que marcan las encuestas. Esa resiliencia del PP es una mala noticia para C's, que no avanza lo que quisiera. Pero algo sí que ha variado desde octubre: hemos pasado de la sensación de que Rajoy tenía como arma segura el botón electoral a ver a Génova sin ganas de comicios. El PSOE, que ha pagado el precio más alto por evitar las terceras elecciones, no parece que vaya a salir rápido de sus problemas y Sánchez tendrá que pelear con dureza para consolidarse. Mientras sus enemigos internos esperan su fracaso, el líder de las bases socialistas tiene que construir discurso, pero también partido. En lo primero parece haber resbalado varias veces. Estratégicamente, Sánchez mantendrá la pugna por ser la izquierda con Podemos, quienes tras la moción de censura fallida han perdido la casi exclusividad que mantenían en la centralidad del tablero político y mediático. La sucesión de Carmena, el frente abierto con la cúpula de Podem en Cataluña y la pacificación en la Comunidad de Madrid son asignaturas pendientes. Finalmente, el 'procés' vuelve a convertirse en la gran cuestión. Su desarrollo ha llevado a la extenuación a la sociedad catalana y al hartazgo a la española. Está por ver cómo van a actuar los independentistas,la Generalitat y el Gobierno a la vuelta de vacaciones.