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Así fue la carrera entre un coche autónomo y un piloto profesional


    Ecomotor.es

    Los coches autónomos continúan evolucionando y no solo con el objetivo de revolucionar el ámbito de la movilidad, sino para poder erigirse en una nueva fuente de entretenimiento el día de mañana. Esa es, al menos, la intención de Roborace, la competición de coches automatizados derivada de la Fórmula E y organizada por la Federación Internacional del Automóvil (FIA) que se lleva gestando desde 2015.

    Desde entonces, el monoplaza sin conductor, conocido como DevBot, ha sido sometido a diversas pruebas (con accidente incluido) y mejoras con las que pretendían dejar patente el progreso de esta tecnología. La última ha sido una carrera celebrada en el circuito urbano de Roma, uno de los escenarios en los que la Fórmula E brinda su espectáculo, en el que se ha enfrentado a Ryan Tuerck, piloto de drifting.

    El duelo no tuvo discusión. El coche autónomo, equipado con diversas cámaras y un sensor LIDAR, sucumbió a la conducción humana y a travesó la línea de meta marcando un tiempo de 2:18.4, casi 28 segundos (27,6") más tarde que el coche de Tuerck, quien completó la prueba en 1:51.8.

    Pero el reto esconde un trasfondo que va más allá de la posición final. Es cierto que se trata de una diferencia considerable y evidencia aún algunas de las carencias de los coches autónomos, si bien, resulta complejo no pensar a tenor de los avances logrados en tan solo tres años de proyecto que la implantación de este tipo de vehículos tanto fuera como dentro de los circuitos sea cuestión de (poco) tiempo.




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