Prueba del Mazda CX-5, una gran opción entre los SUV generalistas
Jorge Arenas
La gama que ofrece Mazda en nuestro mercado no es especialmente extensa si se compara con otras marcas, generalistas o no, pero lo cierto es que sí tiene presencia en todos los segmentos clave, es decir, en todas esas categorías de coches que acaparan el grueso de las ventas totales de automóviles. Entre esos segmentos, figuran el B-SUV y el C-SUV y, cómo no, aquí está Mazda bien presente con dos modelos que cumplen con su papel a la perfección.
En este caso nos decantamos por el más grande de los dos, el Mazda CX-5, para nuestra prueba de esta semana. Lo hacemos porque es el que cuenta con una puesta a punto más reciente, ya que hace apenas unos meses modificó una serie de apartados clave que, sin llegar a convertirlo en una nueva generación, sí han hecho de este todocamino una opción más interesante si cabe. Estos cambios afectan al diseño exterior e interior, al apartado tecnológico y a la dinámica de conducción, que ya es mucho decir.
El Mazda CX-5 es un SUV de 4,55 metros, que es una longitud algo superior a la que suelen ofrecer los coches englobados en el segmento C-SUV. Pero lo meteremos en este saco porque sus medidas se acercan más a esta talla que a la superior. ¿Y quiénes pueden ser considerados rivales de este japonés? Un amplio abanico que abarca desde todocaminos generalistas como el Nissan Qashqai, el Ford Kuga, el Kia Sportage, el Hyundai Tucson, el Mitsubishi Eclipse Cross o el Renault Kadjar, hasta otros de corte más premium como el BMW X1 o el recién llegado Volvo XC40. En realidad, el precio hace que lo consideremos como un modelo generalista, pero lo cierto es que su puesta en escena y sus maneras sobre el firme, a veces nos hacen pensar que está a mitad de camino entre ambos mundos.
El lavado de cara
A finales del verano pasado, con el otoño casi llamando a la puerta, llegó a nuestros concesionarios el CX-5 actual que, como decíamos unas líneas antes, es una renovación profunda del modelo anterior. Sin llegar a dar el salto generacional, el nuevo modificó el diseño exterior con una carrocería más personal, en la que destacan los nuevos faros y pilotos, que lo hacen más moderno y atractivo a la vista.
También el interior dio un paso adelante con la adopción de una consola rediseñada y ciertos detalles que no se ven, pero se sienten. En este caso nos referimos al trabajo llevado a cabo en insonorización gracias al empleo de materiales aislantes en determinadas zonas, cristales más gruesos y nuevos recubrimientos para las puertas, que, en conjunto, ayudan a crear un clima y un rodar más silencioso y agradable. Es precisamente en este tipo de detalles donde vemos que Mazda se acerca más a una firma premium, ya que en ocasiones las generalistas no suelen cuidar este apartado todo lo que debería.
Con el restyling llegó también un maletero de 477 litros (14 litros más a amplio) y se mantuvo la buena habitabilidad interior, que está entre las mejores del segmento. Normal por otra parte, dado que es uno de los más grandes de su categoría.
Otro punto a favor del nuevo modelo es la adopción del sistema electrónico G-Vectoring Control (GVC), que viene de serie y sirve para mejorar la precisión en el paso por curva, modificando el par motor y la frenada. La idea no es tanto que afronte los virajes más rápido como que lo haga de una forma más segura y con la transferencia de masas siempre adecuada. Son pequeños detalles que el conductor ni siquiera aprecia en su conducción cotidiana, pero ahí están para hacer los trayectos más confiables.
La pisada del Mazda CX-5 es buena, de calidad. Aparte de ser un buen rutero, silencioso y aplomado, ofrece un nivel de agilidad más que correcto. No es deportivo, como sí llegan a ser algunos modelos de su tamaño, generalmente de marcas premium, pero sí es lo suficientemente dinámico como para ofrecer una conducción fluida y placentera.
Elegir motor y tracción es la clave
Bajo el capó contamos con el motor 2.2 diésel de 175 CV, el más potente de los de gasóleo, casi en la cima de la gama, sólo con el gasolina de 194 CV por delante. Este motor diésel es en realidad el más capaz de todos por su generoso par de 420 Nm y por su temprana entrega de potencia. Sin duda, quien busque un motor resolutivo y sobrado para afrontar viajes a plena carga sin tener apenas en cuenta el cambio de marchas, esta puede ser una buena opción. Eso sí, el nivel de ruido y finura nada tiene que ver con el de los gasolina Skyactiv, mucho más suaves en su funcionamiento -y con menos garra, todo sea dicho, ya que son atmosféricos-.
En este caso, el motor se combina con un sistema de tracción total y una transmisión automática de seis velocidades, que, en conjunto, aportan comodidad y elevan las posibilidades de uso. Con esta mecánica se puede elegir entre el cambio manual y el automático, pero la tracción siempre es 4WD, así que quien no esté interesado en ella y busque sólo tracción delantera, deberá bajar al escalón del diésel de 150 CV, donde sí existen ambas posibilidades.
Lo cierto es que el motor de 150 CV ya ofrece unas prestaciones más que buenas y bastante cercanas a las del de 175 CV (sin la tracción total y con cambio manual son incluso sensiblemente superiores y el consumo baja casi 1 litro cada 100 km), así que habrá que pensar cuál es la opción más acertada en cada caso porque, entre oras cosas, el ahorro puede ser superior a los 5.000 euros.
Evidentemente, el Mazda CX-5 Zenith 2.2 Skyactiv-D 175 automático 4WD es un modelo muy completo por motorización y equipamiento. De los más altos de la tabla -también en precio-, así que quien busque un SUV de este segmento realmente capaz, no se equivocará optando por este japonés. Siempre lo digo cada vez que pruebo un coche de la marca, y este no es una excepción: es difícil encontrar un producto generalista que convenza tanto como un Mazda. Diseño, refinamiento, puesta en escena, calidad de rodadura… los nipones saben cómo agradar al usuario.
En cualquier caso, y visto lo visto, la apuesta de Ecomotor en materia diésel sería un 150 CV, seguramente con tracción delantera -y un buen juego de ruedas de invierno para los meses más fríos- y un nivel intermedio de equipamiento, cuya factura final se alinea más con la expectativa del usuario que opta por marcas como esta.
Lo más destacable
- presentación y diseño
- calidad de rodadura
- habitabilidad
Lo mejorable
- motor diésel 175 CV sin posibilidad de tracción 2WD
- consumo algo elevado en condiciones reales
- precio de esta configuración mecánica con acabado Zenith
Ficha técnica
Motor: turbodiésel, 4 cil, 2.191 cc
Potencia: 175 CV a 4.500 rpm
Par motor: 420 Nm a 2.000 rpm
Consumo mixto oficial: 5,8 l/100 km
Transmisión: automática, 6 velocidades
Maletero: 477 litros
Velocidad máxima: 206 km/h
Aceleración 0-100 km/h: 9,5 segundos
Precio: 36.360 euros