Desarrollo sostenible

La papelera sueca SCA logra emisiones cero en su fábrica

    Imagen: Archivo


    "Si todas las papeleras adoptaran nuestras políticas medioambientales, el cambio climático ya estaría resuelto" asegura Patrik Isaksson, vicepresidente de la papelera sueca SCA. Los molinos de papel ya no son lo que eran, al menos en Suecia. Hasta hace poco, la industria papelera era considerada una de las más contaminantes; sin embargo, hay compañías empeñadas no sólo en suavizar esta percepción, sino en invertirla.

    La papelera SCA, que vende productos derivados del papel en más de 100 países y que es matriz de grandes marcas como Tena (de compresas) o Tempo (de pañuelos de papel), es una de ellas. Con una facturación en 2010 de más de 11.000 millones de euros, SCA se ha marcado tres objetivos claros: reducir sus emisiones de CO2 en un 20 por ciento para 2020, mejorar su consumo de agua y controlar que el uso de las materias primas sea enteramente responsable.

    Por ello, toda la madera que emplea para obtener papel cuenta con certificados medioambientales que acreditan que los bosques son especiales para la explotación forestal (no selvas o bosques protegidos). Además, en el caso de SCA, el 50 por ciento de la madera que emplean procede de bosques que son propiedad directa de la compañía y que alcanzan un crecimiento neto del uno por ciento anual.

    El nivel de crecimiento de los bosques es muy relevante porque es suficiente como para cubrir todas las emisiones de CO2 de la compañía, ya que los árboles en crecimiento absorben y fijan grandes cantidades de gases de efecto invernadero. De este modo, explica Patrik Isaksson, "cuanto más papel se consume, más árboles se plantan, más se reducen las emisiones contaminantes y más verde es el planeta".

    La última inversión de SCA son los nuevos equipamientos para el molino de Obbola, en Umea (Suecia), un molino especializado en la fabricación de papel a partir de fibra virgen. La principal adquisición ha sido una nueva caldera de recuperación que ha costado 120 millones de euros y que servirá para recuperar productos químicos utilizados en elaborar papel.E