Deportes
Yago Lamela y los otros 'juguetes rotos' del deporte español
El fallecimiento del ex saltador español Yago Lamela a los 36 años de edad ha conmocionado al deporte español y al atletismo mundial. Una muerte que ha llegado rodeada de circunstancias trágicas y más de un problema personal. Y es que este asturiano que asombró al mundo en los 90 tuvo una durísima transición desde la vida de deportista de élite a la de ciudadano de a pie. La depresión le acosó en varias ocasiones hasta llevarle al triste final de su muerte. Una historia que, por desgracia para el deporte español, no es la primera vez que se repite siguiendo un patrón similar. Yago Lamela no es el primer 'juguete roto' que acaba víctima de sus propios éxitos.
Jesús Rollán es quizá el caso más llamativo y más cercano en el tiempo. El que fuera portero de la mejor selección española de Waterpolo se suicidó el 11 de marzo de 2006 cuando apenas contaba con 37 años, apenas uno más de los que tenía Lamela.
El arquero, famoso en el mundo de la alta competición por su simpatía y liderazgo arrollador, se dio al consumo de drogas como forma con la que paliar lo complicado que se le hizo la retirada del deporte de élite.
Él mismo reconoció sus problemas con estas sustancias y, de hecho, falleció en un balneario en el que se estaba tratando.
Su muerte fue un duro golpe para el deporte nacional después de que pareciera cercano el fin de sus problemas y de haber sido uno de los iconos de los Juegos Olímpicos de Barcelona y de los de Atlanta, donde su imagen celebrando dentro de la piscina el oro de aquella cita dio la vuelta al mundo.
Una historia similar también torturó a José María Jiménez, conocido como 'el Chava' Jiménez, uno de los mejores escaladores de los 90, fallecido en diciembre de 2003 cuando apenas contaba con 32 años.
Después de regalar tardes épicas, como su victoria en el Angliru en 1999 en la primera ocasión en la que que se subió en la Vuelta a España, la llama del Chava se fue apagando tras entrar en varias depresiones que le retiraron del ciclismo en 2002, un año antes de su muerte. La causa oficial de su muerte fue un paro cardíaco detrás del que siempre existieron sospechas de abuso de sustancias para curar su depresión.
No era la primera vez que el ciclismo español ha sido duramente golpeado por un fallecimiento en trágicas circunstancias. Luis Ocaña, fallecido en 1994, murió cuando apenas sumaba 48 años y tras haber ganado un Tour de Francia y una Vuelta a España.
La depresión y sus problemas para adaptarse a la vida 'civil' fueron también sus verdugos, un cóctel mortal que llegó acelerado por la Hepatitis C que sufría. Si a ello se le une un grave accidente de tráfico, su divorcio y la bancarrota que le rondaba, el resultado es el de una nueva historia de tragedia.
Dos años antes del fallecimiento de Ocaña, José Manuel Ibar Azpiazu, conocido como Urtain, murió en Madrid con un año menos que el propio Ocaña. A sus 49 primaveras, el mítico boxeador se suicidó saltando desde el balón de su casa en Madrid.
Los problemas económicos también le acosaban. Y es que Urtain, pese a ser todo un icono español en los 60 y 70, acabó renegando del mundo del boxeo y trató de organizar su vida alrededor de varios negocios vinculados con la hostelería.
Fueron estos restaurantes y la imposibilidad para afrontar el pago de los créditos que había solicitado para montarlos los que le empujaron para este trágico final.